¿Sabías que...
...el desaparecido edificio del Club Remo sólo estuvo en pie 36 años?

Este emblemático edificio, con diseño del arquitecto Enrique Sancho Ruano e inaugurado en junio de 1961, fue construido como sede del club deportivo y social del mismo nombre y sólo pudo mantenerse en pie 36 años, un tiempo muy breve para cualquier inmueble. Las máquinas concluyeron su demolición en 1997, durante unas obras de remodelación del entorno del río y de construcción de la Pasarela Manterola.

 

El Club Remo existió desde unos años antes de que hiciera lo propio su sede. Fue fundado en 1958 por Miguel Pintado Pintado, un comerciante murciano que tenía una relojería junto al desaparecido Cine Coy.

 

Pintado se propuso reunir un grupo de amigos con capacidad económica para crear un nuevo club social en la ciudad, y por medio de Luis Clavel, propietario de otro comercio histórico en Murcia, ‘Los Claveles’, y de su interés por el mundo de la piragua, el nuevo club social de Pintado encontró su seña de identidad: el deporte, y por encima de todos los deportes, el piragüismo.

 

Además de su vinculación prioritaria con el piragüismo, el objetivo fundacional del Club Remo fue el de “dotar a Murcia del mejor club deportivo de España”, y muy pronto formó y organizó equipos para competir en fútbol, hockey, natación, balonmano, baloncesto… Incluso en bolos y en ajedrez.

 

Era una institución ambiciosa con múltiples iniciativas, como por ejemplo, editar su propia revista. Durante un tiempo fue el lugar de moda de la ciudad y el contrapunto moderno en cuanto que club social para gente más joven; el Club Remo fue una alternativa para quien pudiera formar parte de él.

 

'Las púas' de Pintado

 

Quizá por eso, desde el principio, hubo quien le opuso cierta resistencia. Revisando la prensa del momento, llama la atención una columna satírica en forma de versos, una sección fija bajo el título de ‘Cantos rodados’, que publicaba el diario Línea y que durante un tiempo deslizó críticas ácidas al nuevo club, en forma de chanza por el gran coste económico de su sede o por, en opinión de su anónimo redactor, el mayor interés de sus socios por tener un sitio acogedor donde bailar que por la piragua.

 

Ponemos un ejemplo, el del día 8 de diciembre de 1959; la columna venía a decir que lo del Club Remo era más pose y fanfarria que otra cosa, con continuas metáforas dinerarias como ‘púa’ y ‘tela’, y con alusiones al apellido de su presidente (Miguel Pintado). Y lo decía cuando aún no se habían logrado los fondos para concluir su flamante sede:

 

Ocho millones, ¡qué osado!,

será inversión del Club Remo,

pero, señores, me temo

que en el cuadro presentado

con su polideportismo

haya más cuento que nada

y un mucho de dinamismo.

¡Qué cuadro! Muy bien "pintado"

 

en piraguas y falúas,

pero afean mucho las "púas"

que en su marco se han clavado.

"Púas" con herrumbre vieja

aprisionando la "tela"

y el panorama se vela,

¡no se ve ni una calleja!

 

Hacen falta unas "tenazas"

para las "púas" suprimir

y que el cuadro pueda ir

triunfando en todas sus bazas.

 

Ya veremos quién lo apaña

sin embarcar a la gente

y quedarse sonriente

cual un capitán Araña.

 

Se está exponiendo sin "telas"

y es grande la exposición.

¡No hay que hacerse el remolón

y ayudar a las "dos velas"

con "leandras" a reacción!

 

Piragua, deporte y más

 

Desde su creación a finales de los 50, el Club Remo se sumó con fuerza a la vida social y cultural de la ciudad y tuvo una actividad intensa: sesiones de cine, bailes, fiestas, fuegos artificiales, coloquios, exposiciones, conferencias, fiestas infantiles, chocolatadas... Y más de 1500 socias y socios.

 

En cuanto fue creado, el club comenzó a recaudar fondos para la construcción de un moderno edificio a orillas del río Segura, cuyas obras empezaron un año después de su fundación. Además de las aportaciones de sus directivos, de algunos benefactores y de sus socios, así como de la ayuda prometida de las autoridades, una de las formas de conseguir los fondos era la organización de bailes y rifas: así lo vemos en la prensa local con el anuncio de una gran ‘verbena aristocrática’ en septiembre de 1958, o con el de un ‘baile pro obras’ en mayo de 1959.

 

Como no podía ser de otro modo, y a pesar de alguna voz crítica o escéptica como la citada anteriormente, pronto los periódicos empezaron a usar el adjetivo de ‘flamante’ para referirse al Club Remo; lo leemos en una entrevista a su presidente en el Línea del 20 de agosto de 1959, donde se anunciaba la programación de su club de cara a la Feria de Septiembre de aquel año:

 

“Creo que este año nos vamos a lucir más que nunca”, decía Pintado. “Por de pronto, pensamos traer lanchas motoras y organizar una regata, un número totalmente nuevo, y espero que atractivo, en el festival náutico”.

 

Regatas de piraguas, travesías a nado del Segura tanto masculinas como femeninas, barcas iluminadas, fuegos artificiales… Entre sus aspiraciones, concluía el presidente del Club Remo en 1959, estaban “seguir con las obras y, una vez terminadas, a ver si se logra lo de la playa artificial y una piscina”.

 

En efecto, desde el club se propuso a las autoridades la construcción de una playa artificial y de una piscina en el cauce del río, a la altura de su nueva sede pero en la margen contraria.

 

En otoño de ese mismo año de 1959, el inmueble diseñado por Enrique Sancho Ruano ya vio completada su altura estructural (o lo que es lo mismo: "cubrió aguas"), y el Club Remo quiso celebrarlo con un “sencillo acto”, un vino español al que acudieron el Gobernador Civil y Jefe Provincial, señor Alfin y Delgado, junto al teniente de alcalde, señor Fernández-Delgado de la Peña, el diputado señor Arenaza y el delegado del Gobierno en la Confederación Hidrográfica del Segura, señor De la Calzada, entre otras autoridades.

 

La prensa no dejó pasar la ocasión de decir que, una vez terminado el edificio, sería “el mejor de España en su género”. También se informó del dinero invertido en la obra hasta noviembre de 1959, más de dos millones doscientas mil pesetas, así como del que faltaba por invertir hasta poder inaugurarlo en la primavera de 1960: dos millones más para su acondicionamiento. Fuera de esos costes se dejó el mencionado proyecto de la playa artificial y la piscina en la orilla derecha del río Segura.

 

Como vemos, la aspiración del Club Remo en el otoño de 1959 era la de terminar e inaugurar su sede en la primavera de 1960, pero sólo pudo comenzar a usar las dependencias de la planta baja mientras seguían las obras, y no lo inauguró finalmente al completo hasta junio del año siguiente, en 1961. La causa: la falta de dinero; o las “púas” por la falta de “tela”, como diría el anónimo poeta de la columna satírica ‘Cantos Rodados’.

 

Tal es así que, en abril de 1960, un artículo del diario Línea se lamentaba de que las obras del Club Remo fueran a eternizarse “como las de la carretera de Beniaján”, temiendo que, quizá, se viera antes terminada la Gran Vía que el moderno edificio de Enrique Sancho Ruano.

 

Por fin, la sede

 

Pero todo tiene su hora, y el empeño de sus directivos obtuvo el fruto acabado de la sede del Club Remo, aunque un año más tarde de lo previsto y de lo deseado: fue el 10 de junio de 1961 y se celebró con una fiesta de inauguración a la que asistieron el Gobernador Civil y Jefe Provincial, señor Soler, el alcalde de Murcia, señor Gómez Jiménez de Cisneros, el delegado del Gobierno en la Confederación Hidrográfica del Segura, señor De la Calzada, y otras muchas autoridades.

 

En el Línea del 11 de junio de 1961, leemos: “El nuevo Club Remo es una obra excepcional que prestigia a sus creadores. Tiene tres plantas, con sus correspondiente terrazas voladas sobre el río, además de la planta baja ya conocida. Sus instalaciones, de líneas modernísimas, constituyen un legitimo motivo de orgullo para Murcia, pues difícilmente podrá hallarse en otras ciudades una obra tan bella y completa como ésta que, contra viento y marea, han culminado los valientes directivos del Club Remo”.

 

Y más: “Posee servicios de bar, cine, sala de ajedrez, biblioteca, etc. En resumen, repetimos, un club maravilloso por el que felicitamos sinceramente al señor Pintado (don Miguel) y sus compañeros de directiva, artífices del milagro”.

 

En efecto, el edificio tenía almacenes para piraguas con acceso al río y un taller en la planta baja; bar-cafetería y zona social en la primera planta; y oficinas, restaurante y terraza en voladizo en la segunda planta. Lo que no llegó a completarse fue el plan de la piscina y playa artificial en la orilla contraria al club, por demorarse hasta ser inviable. Por contra, el deterioro del río aceleró la disolución del Club Remo, que llegó a mediados de los años 80.

 

Peces muertos, la antesala del final

 

Así lo explicaba uno de sus socios y piraguistas, Julio Muñoz, en una entrevista a la revista digital sobre patrimonio Sawar en 2013: “Al principio, recuerdo que íbamos remando y de vez en cuando nos saltaba un pez a la piragua, pero después, llegó un momento en que la superficie del río se llenó de peces muertos; recuerdo que nos íbamos abriendo paso con las piraguas entre peces muertos”.

 

“No podíamos entrenar bien por culpa de la contaminación del río. Los niños se mareaban por las emanaciones. Aun así, seguimos por lo menos diez años más, pero llegó un punto… Para ser campeón de España había que hacer entrenamientos muy fuertes, y venían los piraguistas y me decían, ‘Julio, me he mareado…’. Un día, uno salió de la canoa que se caía. Me di cuenta de que era por culpa de los vertidos y la contaminación que tiraban las fábricas”, lamentaba Julio Muñoz.

 

En esa década de los 80, la actividad piraguista siguió activa, aunque con un traslado forzoso al vecino Murcia Parque, donde se dio acogida a los miembros del Club Remo y se les habilitó un acceso al río. Mientras, el inmueble de Enrique Sancho Ruano fue adquirido por Cruz Roja con el objetivo de convertirlo en sede de un gran ‘club de juventud’ de dicha ONG.

 

Sin embargo, desde 1986 el edificio fue usado como centro de atención a drogodependientes. Así se le conocía. Finalmente, el Club Remo fue demolido en 1997 para hacer la Pasarela Manterola, en cuyas obras también hubo que desmontar la figura original del León del Malecón que se levantaba al lado del edificio, y que, junto a la lápida que adornada su pedestal, hoy mostramos en el Museo de la Ciudad (en su emplazamiento se colocó una réplica).

 

Del edificio del Club Remo debemos añadir que, junto con el moderno diseño de Enrique Sancho Ruano, de líneas horizontales y voladizos, y entre otros elementos arquitectónicos y decorativos de interés, como sus barandillas, contaba con un mural de mármol negro de Hernández Carpe y con una gran vidriera en su fachada realizada por Manuel Muñoz Barberán.

 

El mural se conserva en almacenes municipales, mientras que la vidriera se instaló en la biblioteca municipal de Santiago el Mayor, en cuya sala de lectura puede contemplarse hoy. Lo demás desapareció con el Club Remo.

 

El arquitecto

 

Por último, en referencia a Enrique Sancho Ruano (Palma de Mallorca, 1923 – Murcia, 2017), debemos descatar su papel como arquitecto de la Diputación Provincial (y después, de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia), para la que trazó el Palacio Provincial, actual sede de la Consejería de Hacienda, sobre el solar el desaparecido hospital de San Juan de Dios (la iglesia barroca del mismo nombre, obra de Martín Solera, sigue en pie).

 

En el diseño de dicho edificio, que se inauguró en 1962 y costó 13 millones de pesetas, Sancho Ruano empleó líneas más clásicas que las del Club Remo, tomando quizá la referencia del anteproyecto para un Palacio Provincial que firmaron en 1948 los arquitectos Miguel Fisac Serna y Daniel Carbonell Ruiz. En la parte superior, corona la fachada un friso con un bajorrelieve del escultor Juan González Moreno, cuyo boceto mostramos en la segunda planta del Museo de la Ciudad.

 

Sancho Ruano también es el responsable del edificio de la actual Consejería de Sanidad de la Región de Murcia (1961-1965), en la avenida Ronda de Levante, así como del Hospital Psiquiátrico de El Palmar y del Conjunto Residencial de Espinardo. Además, fue arquitecto de la Diócesis de Cartagena, firmando, entre otros, los proyectos de las iglesias de San Pio X y de Santa María de Gracia en la ciudad de Murcia.

 

Otra de sus labores públicas, junto al arquitecto municipal Daniel Carbonell Ruiz, fue la de cimentar el monumento a Juan de la Cierva, con el grupo escultórico de Francisco Toledo que se inauguró en 1973 frente al Palacio de Justicia.

 

En 2015, el Colegio de Arquitectos de Murcia galardonó a Enrique Sancho Ruano con el Premio Especial de Arquitectura a la Labor Profesional, al tiempo que le dedicó una exposición retrospectiva: ‘Enrique Sancho Ruano. La modernidad en la arquitectura de Murcia en los años 60’.

 

Imagen: 'Club de Remo y Puente Viejo, 1964'. A. Subirats Casanovas, Postales Escudo de Oro, Valencia. Ediciones Fisa, Barcelona.

Colección del Laboratorio de Investigación Fotográfica de la Universidad de Murcia, incluida en la muestra temporal 'El tiempo transformado. La postal en color en la ciudad de Murcia (1960-1980)'.

 

Fuentes:

 

Fondos digitalizados del Archivo Municipal de Murcia:

-Hoja del Lunes, 8 de septiembre de 1958. Página 2.

-Línea, 24 de mayo de 1959. Página 3.

-Línea, 20 de agosto de 1959. Página 11.

-Línea, 11 de octubre de 1959. Página 18.

-Línea, 20 de noviembre de 1959. Páginas 10-12.

-Línea, 8 de diciembre de 1959. Página 4.

-Línea, 27 de abril de 1960. Página 12.

-Línea, 11 de junio de 1961. Página 19.

 

Sawar Murcia, número 6: ‘El río que sueña con volver a ser río’, páginas 34, 35 y 37.

 

Archivo General de la Región de Murcia, documento descriptor  de Enrique Sancho Ruano.

 

museosregiondemurcia.es, Carpe centenario (1921-2021), catálogo de la exposición del MUBAM. Página 39.

 

regmurcia.com sobre el Plan Murcia y la restauración del mural de Hernández Carpe.

 

regmurcia.com sobre la vidriera de Muñoz Barberán.

 


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