Pieza destacada
Arranque de arco procedente de Monteagudo

En la planta baja del Museo de la Ciudad conservamos un fragmento de arco procedente del castillo de Monteagudo, y fechado por los arqueólogos Pedro Jiménez y Julio Navarro en el siglo XII.

 

En lo que denominamos alfiz, la parte más exterior que enmarca el arco, la pieza presenta una banda epigráfica con la inscripción "El poder es de Dios, el reino es de Dios". Para el Islam, la palabra de Alá ha de ser divulgada y recordada constantemente, y por eso existen pocos edificios u objetos que no sean portadores en sus superficies y cúpulas de inscripciones con versículos extraídos del Corán, repetidos a veces con caligrafías diferentes, como la escritura cúfica o la cursiva.

 

Ya en el perfil del arco, esta pieza cuenta con decoración de lacería, lazos geométricos, y un tramo de autarique, ornamentación vegetal a base de hojas superpuestas. En el arte islámico, la decoración geométrica estaba compuesta por arabescos, lacerías, celosías... El arabesco es la transposición geométrica del enredado vegetal helenístico. Los tallos de la plantas, los zarcillos, el acanto o la palma están compuestos con un nuevo sentido decorativo, que los convierte en una continuidad geométrica abstracta. Las lacerías se generan a partir de elementos geométricos y la combinación de polígonos regulares.

 

Estos elementos, extraídos de la naturaleza, pierden parecido con la realidad y se combinan de maneras totalmente fantásticas, en perpetua repetición geométrica. En el mundo islámico se multiplican también las celosías, transposición a la arquitectura del velo de la mujer que tamiza la luz y guarda la intimidad. En esta arquitectura se valoraraba además los interiores recubiertos de velos cerámicos, musivarios o incluso de estucos que ocultan la piedra y el ladrillo.

 

Los materiales empleados en la realización de este arranque de arco de Monteagudo son el ladrillo y el yeso, conservando algunos restos de policromía, sobre todo azules y algo de amarillo. En la arquitectura islámica se tendía a elegir aquellos materiales que proporcionaban una construcción mas rápida y los propios de cada lugar. El empleo de la piedra es escaso, y sólo se aplicaba en edificios muy importantes. Por el contrario, la madera, el ladrillo y la mampostería son los más utilizados, así como el yeso y la escayola, que permiten enlucir las paredes y desarrollar la filigrana.

 

Respecto a la policromía, de la cual se conservan algunos restos en esta pieza, y tal y como sucede con otras culturas, en el mundo islámico se opta por colorear primaveralmente todas sus artes: las edificaciones se cubren de un manto de color; el mosaico y la cerámica polícromos adornan sus aposentos y hasta los monumentos reciben nombres de colores, tales como la mezquita Azul-Tahiz o la Verde-Bursa.

 

El arco, elemento sustentante al que pertenece esta pieza del castillo de Monteagudo, junto con la columna, podía no tener tales fines en la arquitectura islámica y servir sencillamente como elementos decorativos y vertebradores del espacio. Ibn Mardanish, el famoso Rey Lobo, impulsó la creación de un sistema defensivo del que formó parte esta fortaleza, construida con anterioridad pero reformada y reforzada durante su mandato (1147-1172), y que complementó al propio amurallamiento de la ciudad de Murcia.


© 2014, Museo de la Ciudad Ayuntamiento de Murcia Nota legal · Política de privacidad