Entre otras muchas cosas, contemplamos a través de sus ojos el puente de los Peligros tanto hacia una orilla del río —con la popular vista de la Glorieta y la Torre de la Catedral— como hacia la contraria —la del barrio del Carmen—. Las casas, más abundantes que los edificios, proyectan la luz mediterránea de Murcia y configuran su particular mosaico urbano.
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