Pieza destacada
'Bodegón de otoño', de Ángel Pina Nortes

El Museo de la Ciudad cuenta con dos obras del pintor Ángel Pina Nortes (La Albatalía, Murcia, 1938-2022): un dibujo titulado 'La Romería de la Fuensanta', hecho en tinta sobre papel y fechado en 2006, y un cuadro titulado 'Bodegón de otoño', hecho con acrílico sobre tabla en 2010.

 

Ambas obras se exponen en la última planta del museo, la dedicada al siglo XX, para ilustrar el costumbrismo y las fiestas tradicionales de nuestro municipio, así como para ejemplificar la presencia de la imagen devocional de la Fuensanta en la vida cotidiana de Murcia. También para subrayar la figura de este artista, una de las firmas destacadas del pasado siglo en este tipo de representaciones, y que falleció el 24 de marzo de 2022. Las dos obras fueron donadas al Museo de la Ciudad por su autor.

 

'Bodegón de otoño' nos ofrece algunas de las claves formales y estilísticas de Ángel Pina Nortes: equilibrio compositivo, interés por el detalle, colores vivos y limpios, trazos bien definidos... Y todo ello para mostrar una serie elementos recortados sobre un fondo neutro, con sus sombras igualmente recortadas de manera nítida.

 

Los elementos representados nos hablan de la naturaleza, como corresponde a un bodegón; de una naturaleza otoñal y murciana. También nos hablan de la devoción a la Virgen de la Fuensanta, cuya pequeña imagen emerge en esta obra rodeada de frutos y flores, como un fruto más de Murcia o como parte indisoluble de ella.

 

En primer término aparece una mesa rectangular de madera con una de sus alas plegadas, de la que el autor no obvia las bisagras ni la fina rendija que deja ver el perfil de sus patas. Encima, dispuestos con esmero, vemos un gran girasol, una cabeza de ajos, una granada, un membrillo y un jarrón de estética lorquina, típica de la vajilla huertana, sobre un tapete morado y lleno de las alegres flores de la alcachofa (o del alcacil, como se denomina a esta planta en la huerta murciana).

 

La presencia de estas flores moradas, con sus largos tallos, lleva nuestra mirada hasta un segundo término de la obra, en la parte superior izquierda, donde una segunda mesa, cubierta con un mantel blanco, sostiene simétricamente dispuestos dos pequeños jarrones con flores, un cuenco con una mariposa y la pequeña imagen de la Virgen de la Fuensanta, con un vistoso mantón azul y los demás elementos simbólicos de su iconografía tradicional: la corona, el rostrillo que enmarca su rostro, el pectoral verde de Belluga, el fajín y la vara de mando.

 

Volviendo con la mariposa, se trata de un objeto muy usual en las casas de la huerta: consta de una pequeña mecha situada en un disco flotante y colocado en un cuenco o recipiente con aceite, que se sitúa con fin devocional ante una imagen religiosa, en este caso delante de la patrona de Murcia.

 

La Virgen de la Fuensanta y las costumbres murcianas son protagonistas también de la otra obra de Pina Nortes que posee la colección permanente del Museo de la Ciudad: un alegre dibujo ejecutado con un estilo rápido y desenfadado, en la línea de la ilustración o del cómic, que representa una Romería en la que la patrona aparece rodeada y llevaba por un animado grupo de huertanas y huertanos. Pudiera ser la unión del Bando de la Huerta y la Romería, en la que, sin necesidad de recurrir al color, los trazos, los gestos y las vestimentas ya transmiten toda la felicidad popular de tradiciones murcianas. 

 

Ángel Pina Nortes comenzó a exponer desde muy joven en su Murcia natal, y también en ciudades como Barcelona, Alicante o Valencia. Además, tuvo una presencia enriquecedora en Colombia y Puerto Rico, donde trabajó como pintor pero también como grabador. Tampoco se puede olvidar su labor en el campo del diseño gráfico, ayudado por su capacidad de síntesis. Entre sus premios más importantes, debemos citar el Premio Nacional de Noveles (Madrid, 1950), la Medalla de Bronce en la Feria del Azúcar (Colombia, 1963) y el Premio Nacional Nogués (1970).

 

Pina Nortes también participó de la vida cultural de Murcia y de su círculo de artistas del siglo XX, en el que situamos también a firmas como las de José María Párraga y Avellaneda, de la misma generación, y las de otros artistas de más edad que él como Molina Sánchez, el escultor Antonio Campillo, Antonio Hernández Carpe o Manuel Muñoz Barberán, sucesores todos de la generación de los Garay o Joaquín.


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