Estas publicaciones informaban sobre las tendencias en tejidos e indumentaria marcadas desde París. Se dirigían a un público exclusivamente femenino, mujeres instruidas, atraídas por la modernidad, abiertas al cambio, pero que no dejaban de lado su dedicación al hogar y a la familia.
Eran revistas dedicadas a la costura y confección, con patrones a escala reducida de prendas de ropa como jerséis, faldas, vestidos o abrigos. Secciones que tuvieron un gran éxito entre las lectoras hasta el punto de tener que ser ampliadas y editas por separado como suplementos de labores, y que en algunos casos acabaron convirtiéndose en revistas independientes y específicas.
Se publicaba un amplio catálogo y variedad de labores entre los que destacaba: “La canastilla” de las labores con bordados lagarteranos, bordados noruegos, cubremesas y caminos de mesa, monogramas modernos; o la edición de la “Gran colección” de letras y dibujos para bordar o los “bordados en Cañamazo y Realce”, cuyo precio oscilaba entre 1 y 2 pesetas.
Los temas elegidos para el bordado se centraban principalmente en motivos florales, orientales, de pájaros o frutas. Todos estos patrones, servían para realizar manteles y servilletas, centros de mesa, caminos de mesa, cubrebandejas o tapetes.
De principios de siglo XX destacaron otras publicaciones de moda como el suplemento Feminal, la revista El hogar y la moda, la revista Modas y pasatiempos o La dona catalana.