Lo hizo entre 1950 y 1975 con la incorporación de siete edificios de especial significación, con el monumento a uno de los hijos ilustres de Murcia y con un nuevo barrio, pero también con el coste de una canalización que hoy dificulta la renaturalización del cauce del Segura a su paso por la ciudad y que, además, supuso la destrucción del Parque de Ruiz Hidalgo, un espacio verde que dignificaba el soto del río desde principios del siglo XX.
Dejando a un lado cuestiones como la propia canalización del río, el Malecón, los puentes, los molinos hidráulicos o los edificios preexistentes al periodo de 25 años que va de 1950 a 1975, vamos a dar un ligero paseo por la “cornisa monumental” de la margen izquierda del Segura y conocer de qué edificios estamos hablando:
En sentido cronológico, nos referimos al Hospital Provincial (1950), el Barrio de Vistabella (1952), el Gobierno Civil (1954), el Club Remo (1961), el Palacio Provincial (1962), la Cruz Roja (1968), el Hotel Siete Coronas (1971), el monumento a Juan de la Cierva (1973) y el Palacio de Justicia (1975).
Ciudad de río
Murcia se fundó por orden de Abderramán II en la margen izquierda del Segura en el año 825, y, desde entonces, el frente urbano del río siempre ha contado con la presencia de sus instituciones más destacadas, ya fuera dentro de la muralla, con el Alcázar Mayor y la torre de Caramajul, como con posterioridad a la caída de las defensas medievales, con varias construcciones de interés asomadas a la orilla fluvial.
Hasta bien entrado el siglo XX, la longitud del frente urbano se mantuvo igual a la de época andalusí en los aproximadamente mil metros que separan el actual Plano de San Francisco del actual Puente del Hospital, lugar en el que, hasta el siglo XVII, el ondulante cauce giraba hacia el norte envolviendo a la ciudad por su lado de levante. En la parte superior izquierda de la siguiente imagen, tomada de Google Maps, se puede apreciar lo que queda hoy de aquel meandro (junto al Carril Condomina).
Sin embargo, en el periodo entre 1950 y 1975, ese espacio longitudinal se alargó hasta los cerca de mil setecientos metros que podemos medir actualmente entre el Palacio Almudí y el Puente de la FICA, más allá del barrio de Vistabella. Y lo que más cambió no fue la longitud: fue la fisonomía de la ciudad y su relación física, espacial y social con el río Segura, alejándose claramente de él.
En paralelo (más bien, en ‘perpendicular’) a la canalización del río, a la apertura de nuevos viales y a la incorporación al frente fluvial de nuevos y significativos edificios, de los que vamos a hablar aquí, la apertura de la Gran Vía por aquellos años comenzó a orientar la expansión urbana de Murcia hacia el norte.
Club Remo y Palacio Provincial
Con la ayuda de los fondos digitalizados del Archivo Municipal y siguiendo el discurrir de las aguas del Segura, comenzamos nuestro recorrido por la arquitectura contemporánea del frente fluvial en el Club Remo, un edificio al que ya le dedicamos un texto que puedes leer pinchando en este enlace.
Esta peculiar obra, derribada en 1997, fue inaugurada en junio de 1961 con diseño del arquitecto Enrique Sancho Ruano (Palma de Mallorca, 1923-2017). El mismo Sancho Ruano es el autor de otro edificio que sí sigue hoy en pie en el frente del río y que veremos a continuación: el Palacio Provincial.
Analizando ambas construcciones, nos sorprende el aspecto tan diferente en sus trazas, hecho que puede deberse a que el Club Remo fue un encargo privado, donde el arquitecto pudo ser más libre para seguir la estética del hoy llamado ‘movimiento moderno’, mientras que en el Palacio Provincial, Sancho Ruano ejerció su papel de arquitecto oficial de la Diputación y debió tomar como modelo un anteproyecto firmado en 1948 por Miguel Fisac Serna y Daniel Carbonell Ruiz. Puedes ver dicho anteproyecto aquí:
Del Palacio Provincial (también llamado Diputación Provincial y, en nuestros días, sede de la Consejería de Hacienda), debemos señalar que es un edificio de líneas clásicas y que el friso superior es un relieve de Juan González Moreno. Su boceto está expuesto en la segunda planta del Museo de la Ciudad.
Las obras del Palacio Provincial, proyectadas en 1958 sobre los terrenos del antiguo hospital de San Juan de Dios, que se había derribado unos años antes, se presupuestaron en 13 millones de pesetas. Del antiguo hospital hoy sólo sigue en pie la iglesia, trazada por Martín Solera, mientras que en el subsuelo, tanto del Palacio Provincial como de la iglesia de San Juan de Dios, podemos contemplar restos del Alcázar Mayor datados en torno al siglo XII: una ‘rawda’ o panteón real, un pequeño oratorio musulmán y las murallas defensivas del recinto.
Una constante de estos proyectos arquitectónicos de mitad del siglo XX, de la que no escapa el Palacio Provincial, es el retraso entre la fecha anunciada de fin y la fecha en la que realmente se inauguraron. Para este caso, en 1958 anunciaron dos años de trabajo que al final fueron cuatro: el Palacio Provincial se inauguró el 26 de febrero de 1962.
Bajo una fotografía de López, el periódico del día anterior a la inauguración decía así:
“Este es el magnifico salón de sesiones de la nueva Diputación Provincial que mañana será inaugurado con un solemne Pleno de la Corporación. El salón, como puede verse, es de líneas sencillas y modernas, de gran belleza”.
El Gobierno Civil
Si seguimos caminando por la acera junto al Palacio Provincial de Sancho Ruano, nos encontraremos un edificio construido unos años antes, en 1954, y que, sin embargo, presenta una estética arquitectónica más vanguardista: nos referimos al Gobierno Civil, actual Delegación del Gobierno, obra de Francisco Prieto-Moreno Pardo (Granada, 1907-1985).
Francisco Prieto-Moreno fue diputado en Cortes, conservador jefe de la Alhambra desde 1937 hasta 1977 y director general de Arquitectura entre 1946 y 1960. Su diseño para la actual Delegación del Gobierno resulta un edificio de líneas sencillas con fachadas de color blanco y con dos volúmenes principales que desde su frente forman una ele, de planta baja y tres alturas.
La puerta principal queda en un lateral, donde también incorpora un gran relieve con el escudo de España, mientras que en el lado orientado al río se abren amplios balcones que semejan galerías de columnas. Este edificio cumple, una vez más, la tradición de que las sedes institucionales se encuentren en la zona fluvial de la ciudad, mirando al Segura. Ha sido rehabilitado recientemente.
En la siguiente imagen, perteneciente a la colección del LIFUM - Universidad de Murcia (para saber más, pincha en este enlace), aparece en primer término el Palacio Provincial y al fondo el Gobierno Civil.
Hospital de la Cruz Roja
Al cruzar hacia la Convalecencia y seguir nuestro camino, pronto llegamos a un área conocida como la Plaza de la Cruz Roja, así llamada por la presencia de la antigua clínica del mismo nombre. En 1960 ,el Hospital de la Cruz Roja ya estaba proyectado. En la prensa murciana hubo incluso quien protestó por el lugar “incómodo y ruidoso” en el que se iba a construir, junto a una “carretera llena de estrépito y de humo”.
En 1962 el proyecto volvió los periódicos para referir su presupuesto, de 13 millones de pesetas, y la fecha prevista de inauguración: diciembre de 1963. Sin embargo, el Hospital de la Cruz Roja se inauguró en octubre de 1968. Hoy las instalaciones siguen perteneciendo a Cruz Roja pero ya no acogen servicios hospitalarios.
Hotel Siete Coronas
Seguimos nuestro paseo y, a continuación de la Cruz Roja, dejamos atrás el Cuartel de Garay, actualmente más pequeño de lo que fue en su origen, para encontrarnos con el siguiente edificio significativo que se sumó al frente del río a mediados del siglo XX: el Hotel Siete Coronas.
Su historia comienza en 1967, cuando se convocó un concurso público para la redacción del proyecto de un nuevo hotel de ‘categoría A’ por valor de 20 millones de pesetas, proyecto que fue declarado “de excepcional utilidad pública” por el llamado Ministerio de Información y Turismo.
El alcalde del momento, Miguel Caballero, dijo con alegría que estaría terminado en dos años… Pero se terminó en cuatro. Este nuevo hotel, que habría de llevar la oferta hotelera de Murcia a un nuevo escenario de modernidad, se construyó sobre un solar de titularidad pública en el que estuvo la parte hoy desaparecida del Cuartel de Garay.
Para llevar a cabo las obras del hotel, se negoció un crédito con el Banco Hipotecario de España y hasta se constituyó una entidad privada con el objetivo de hacerse cargo de la gestión una vez estuviese acabado, bajo el nombre de Hotel Siete Coronas S.A. Además, según recogió la prensa, una serie de ‘benefactores’ privados, nada menos que cerca de 80 personas, suscribieron acciones por valor de 31 millones de pesetas; tal eran el ansia y las aspiraciones de Murcia en ese sentido.
Sin embargo, antes de que el hotel fuera inaugurado en 1971, se firmó un convenio con la cadena hotelera Meliá para su explotación por diez años. El hotel no alcanzó las cinco estrellas en la legislación posterior, pero sumó instalaciones para fiestas y congresos, piscina, un moderno restaurante… Toda una revolución turística y hotelera en la Murcia de la época.
Monumento a Juan de la Cierva
Al otro lado de la calle, en el espacio verde junto a la nueva canalización del río, vemos el monumento a Juan de la Cierva: inaugurado en 1973, su origen hay que buscarlo ocho años atrás. En 1965, el diario Línea inició con inusitado ímpetu lo que el mismo periódico llamó ‘Campaña La Cierva Codorniú. Hacia un monumento para el inventor del autogiro’. Lo hizo por medio de su popular columna ‘Glosa de ciudad’ para erijir un homenaje escultórico digno del inventor del autogiro.
Durante todo el año de 1965, el periódico promovió la recogida de donativos para la erección de dicho homenaje y publicó artículos y entrevistas con asiduidad; lo hizo muchos días durante muchos meses seguidos: en algunos contenidos de Línea, los personajes relevantes invitados a opinar sobre la iniciativa y sobre el objeto del homenaje a Juan de la Cierva, hablaban de las claras y valiosas aportaciones del ingeniero murciano al desarrollo de la aeronáutica, mientras que en otros casos, las opiniones venían aderezadas por alabanzas a de la Cierva en cuanto que defensor de la patria antes y tras el golpe de Estado. Entre las fuentes de este texto recogemos un par de ejemplos.
El principal impulsor de la iniciativa fue el redactor del Línea Joaquín Soler Gámez. La recaudación de fondos comenzó en Murcia y se extendió después a toda España. Pronto se creó una comisión del monumento que convocó un concurso de ideas. En abril de 1967 se dio a conocer el ganador: Francisco Toledo. El proyecto final fue diseñado por dicho escultor junto a los arquitectos Enrique Sancho Ruano y Daniel Carbonell Ruiz, quienes colaboraron en la cimentación.
Las obras del monumento a Juan de la Cierva fueron aprobadas por el Pleno en diciembre de 1972 y el homenaje se inauguró en julio del año siguiente. Según recogió la prensa durante el final de la década de los 60 y principios de los 70, el presupuesto estimado fue oscilando entre un millón, un millón y medio y hasta dos millones y medio de pesetas. Y los fondos recaudados ascendieron a un millón doscientas mil pesetas, aunque en esto las cifras también varían según el periódico del día. El lugar elegido, junto al río, entre el Siete Coronas y el nuevo edificio de los Juzgados, se criticó poco antes de ser inaugurado en el mismo diario Línea.
Palacio de Justicia
Si seguimos caminando y volvemos a cruzar la calle, al lado del Siete Coronas, vemos el Palacio de Justicia: en 1969, la prensa murciana anunciaba que el nuevo edificio de los juzgados se levantaría en unos terrenos que el ayuntamiento poseía junto al hotel, todavía en construcción, en permuta del edificio que acogía a los juzgados y la audiencia: su sede del Palacio Almudí.
De ese modo también se planificó el traslado del Archivo, la Biblioteca y la Hemeroteca municipal a su emplazamiento actual, en el antiguo pósito de trigo, cosa que no sucedió hasta 1986, una vez el Palacio Almudí fue rehabilitado. Por su parte, el edificio de los juzgados se inauguró el 19 de abril de 1975 con diseño de Germán Álvarez de Sotomayor y Castro (La Coruña, 1907-1988), aunque antes de su bendición y del acto oficial de inauguración, que contó con la presencia del ministro, ya hubo algunos servicios judiciales que se instalaron en el edificio, aún sin terminar.
El Palacio de Justicia es un gran volumen de aspecto cúbico, con semisótano y entreplanta de piedra blanca en su fachada, y cinco alturas con ladrillo visto de color marrón oscuro. El edificio está abierto rítmicamente en todos sus frentes con ventanas iguales excepto en la última planta, que presenta el aspecto de una galería abierta. La puerta principal se eleva sobre tres peldaños, queda enmarcada por molduras de piedra blanca que abarcan hasta la primera planta y está flanqueada por dos grandes esculturas de bronce que representan a la Justicia, de autor desconocido.
Hospital Provincial
Continuamos nuestro paseo y, junto a los juzgados, vemos que se levanta un complejo de viviendas conocido como Bloques de Bernal, recientemente rehabilitado: los edificios de este complejo que dan su fachada al frente del río, se adaptan a la curvatura de la calle en el arranque de la Ronda de Garay, calle que, como hemos dicho anteriormente, fue trazada sobre el meandro estrangulado del río Segura.
Una vez atravesada dicha calle, nos encontramos con el actual Hospital General Universitario Reina Sofía, inaugurado en 2005 y construido sobre el antiguo Hospital Provincial, luego llamado Hospital General Universitario: el edificio original fue una obra de 1950 que vino a sustituir al antiguo Hospital de San Juan de Dios.
En el momento en el que concluyeron las obras del Hospital Provincial, la prensa murciana, sin escatimar elogios, describió así a la nueva instalación:
En Ronda de Garay, en terrenos de Vistabella, sobre una superficié de 13.959.56 metros cuadrados, se levanta este moderno edificio. Está orientado a todos los vientos. Consta de bloque central, dos cuerpos más de edificaciones y un tercero para infecciosos. Mide veintiocho metros de altura y siete son sus pisos, con quinientos cincuenta y nueve amplios ventanales.
Capaz para 600 camas, ha de ser dotado de los más modernísimos adelantos en material quirúrjico, quirófanos y demás aspectos sanitario. Sus salas son alegres y rutilantes, confortables sus dependencias, y todo pregona que es de los mejores de España. Corona el magno Hospital una magnifica terraza central de una sola pieza de ochocientos metros cuadrados, y otras dos laterales de setenta y llueve metros también cuadrados. Cuenta con siete ascensores.
Es moderna su construcción, en bloque, en sentido vertical. En ella se han invertido mil trescientas toneladas de cemento y doscientas noventa de hierro redondo. Su sentido artístico es de sobria elegancia. Está integrado por un bloque monolítico y su aislamiento térmico se consigue con las cárraras de aire que forman los cierres de la estructura recticular. Su portada es clásica y consta de monumental y amplia escalinata de ascenso.
En cualquier caso, la puesta en marcha del hospital no fue fácil ni rápida, ya que hubo que trasladar los aparatos desde San Juan de Dios y terminar de equipar un edificio que era sensiblemente más grande que el anterior.
Vistabella
Acabamos nuestro paseo por las nuevas edificaciones de la margen izquierda del río Segura, entre 1950 y 1975, con el Barrio de Vistabella: promovido por la Obra Sindical del Hogar y el Instituto de la Vivienda, la construcción de este barrio, actualmente de gran tradición y solera, está relacionada con el proyecto de la Gran Vía, al igual que el de Santa María de Gracia, al norte de la ciudad.
Las obras del barrio se iniciaron a finales de los años 40 y acabaron a principios de los 50, y además de acoger a población en general, se pensaba reubicar en él a las personas expropiadas por la nueva avenida de José Antonio. En 1952, Vistabella comenzó a ser habitado.
Contaba (cuenta) con dos mil viviendas, una escuela y una parroquia que, según explicó recientemente el párroco a la prensa, pertenece al Ayuntamiento de Murcia y está dedicada a la Virgen de Fátima. Su fachada se abre a la Plaza Federico Servet, conocida popularmente como Jardín de los Patos. La imagen titular de esta parroquia, de 1957, es obra del escultor José Molera, mide 2’20 metros y fue restaurada en 2019. En el barrio de Vistabella, que hoy también tiene consultorio médico y plaza de abastos, viven actualmente cerca de 4000 personas.
Anecdotario
Como en cualquier periodo histórico y en cualquier ciudad, lo sucedido en Murcia en torno a estos años y en la zona de su frente fluvial está plagado de anécdotas, de hechos que pudieron ocurrir y no ocurrieron y de sucesos curiosos que quedaron plasmados en los periódicos del momento. Algunos de ellos nos dejan con la boca abierta. Veamos:
Siguiendo el recorrido inverso al de nuestro paseo, y empezando en Vistabella, debemos citar una polémica bastante reciente, ocurrida en dicho barrio con las campanadas de la iglesia: en 2019 saltó a la prensa el descontento vecinal contra el párroco por el ruido que producían las campanas, quien llegó incluso a denunciar amenazas.
Todavía en Vistabella, también podemos citar los planes de construcción de un bloque de viviendas destinadas para periodistas, las llamadas ‘Viviendas San Francisco de Sales’ (patrón del oficio), a mediados del siglo XX, y cuya primera piedra fue ampliamente festejada por el gremio de la comunicación en Murcia, aunque finalmente no llegasen a ver cumplido su objetivo de acoger a profesionales de la prensa.
Recientemente, en homenaje al periodismo local y junto a dichas viviendas, la calle que separa el hospital del barrio de Vistabella fue bautizada como Calle Periodista Enrique Llanes, en honor a Enrique Llanes Godínez, periodista deportivo nacido en nuestra ciudad e histórico de la radio local en su papel de locutor de fútbol, en los micrófonos de Radio Juventud.
Avanzando hacia el punto de partida, en este regreso de anécdotas, podemos hablar de una noticia de prensa publicada en La Hoja del Lunes el 13 de febrero de 1950 con el siguiente y llamativo titular: “¡Qué contraste, Dios mío!”. La información venía ilustrada con una fotografía de López y decía así:
“Frente a este magníco edificio que es el nuevo Hospital provincial, que honra a Murcia y al Organismo que lo mandó construir, se encuentran todavía estas inmundas casas de mala muerte, habitadas nada menos que por ochocientas personas. Estamos seguros, segurísimos, que nuestro ayuntamiento, guiado por un espíritu cristiano, mandará destruir estos focos de infección antes de que el Hospital sea inaugurado. Pero antes ha de pensarse en buscar cobijo a los centenares de infelices que viven en estas miserables casuchas”. Sin paños calientes.
Tampoco se andaron con paños calientes cuando, en plenas obras de canalización del río a su paso por la ciudad, se llegó a plantear seriamente la destrucción del Puente Nuevo y la construcción de otro puente en su lugar, aduciendo su mal estado de conservación. Cabe recordar que, a mediados del siglo XX, el Puente Nuevo aún era nuevo: cincuenta años tenía. En origen su longitud era mayor, ya que sus arcos de hierro, descentrados respecto del cauce, estaban más próximos a la orilla derecha, mientras que su tablero plano superaba los terrenos del soto del río, ocupados desde principios de siglo por el parque de Ruiz Hidalgo.
Finalmente el puente fue rehabilitado y su longitud recortada al destruirse el soto y el parque, y rellenarse dicho espacio, estrechando el cauce y elevando el área urbana de la actual plaza de la Cruz Roja y del denominado Jardín Chino. Poco después se organizó una exposición de la que formó parte la maqueta del Puente Nuevo que conserva el Museo de la Ciudad. En los años 50, en el área que ocupó el parque de Ruiz Hidalgo, el ayuntamiento planeaba construir un hotel (el Siete Coronas, que sí se hizo) y una moderna estación de autobuses (que no se hizo allí, sino en San Andrés).
Mucho más tarde, el intento de hacer un aparcamiento subterráneo en la Plaza de la Cruz Roja desató una oleada de protestas. Ya en el siglo XXI, el Puente Nuevo finalmente tuvo que ser peatonalizado por peligro de colapso, y además, en su entorno se colocó el monumento al fundador de Murcia, Abderramán II.
Si avanzamos hacia el origen de este paseo, tenemos que citar una irónica columna de prensa sobre el trabajo de las máquinas en el cauce del Segura, publicada en 1961 y que reproducimos aquí:
“Ya saben ustedes la expectación que despierta entre todos los desocupados de nuestra capital, que no son pocos, la rugiente excavadora que viene operando en las entrañas del Segura desde los tiempos de Cánovas, que tal es su constancia, que da la sensación de haberse empadronado en nuestra coronadisima ciudad. La famosa y trépidante excavadora ha tomado carta de naturaleza murciana y ya va siendo algo así como la torre de la Catedral, el monumento a Belluga o el León del Malecón: un simbolo de nuestra urbe.
El mastodóntico artefacto cuenta con más admiradores que la selección juvenil, los cuales se pasan las horas contemplándolo, al paso que vigilan las andanzas de los operarios que llevan capazos de tierra de un lado a otro. Y los miran con tal entusiasmo, que no parece sino que les tienen envidia. Sin embargo, no debe ser así, o es que se aguantan las ganas de trabajar.
Pero lo más curioso es que tal masa de espectadores ha dado lugar a otro tipo de entretenimiento: el de los que se estacionan para mirar a los que están mirando. Uno de estos últimos decía ayer: "Desde luego, está demostrado que el obrero español es el más mirado del mundo". Y como prueba, señalaba la baranda del Puente.
Hay muchos mirones de éstos para quienes el trepidante cachivache no tiene secretos: saben el gasoil que gasta, los tornillos que tiene, el nombre, apellidos y domicilio de su manipulador, etc., etc. Lo que no saben es que corren cierto peligro con tanto mirar, pues se exponen a que se repita lo sucedido con una excavadora alemana. Allá, en las tierras de don Conrado Adenauer, también utilizan "bulldozers", que es su nombre técnico, y el conductor de uno de ellos estuvo el otro día a punto de convertirse en el primer viajero espacial humano; pero no de los de cohete, sino de excavadora.
Ocurrió que su aparato tropezó con un objeto duro, durísimo. "¿Objetos duros, a mí?", se dijo el piloto. Y poniendo el armatoste a todo gas, empezó a hincar el pico, es decir, el cajetón excavador; se ventilaba el honor de la máquina y el suyo personal. Estaba dispuesto a deshacerse del obstáculo aunque tuviera que convertir aquella roca en turrón de Alicante.
Por fin el tozudo excavador alcanzó su objetivo: halló una señora bomba de dos toneladas, que estaba allí enterrada desde el segundo bochinche mundial y que se conservaba en perfecto estado de funcionamiento.
Nuestro hombre mudó el color, y tal impresión le produjo la idea de lo que hubiera pasado si le acierta en la espoleta, que abandono el "bulldozer", salió "pitando" y ha jurado no volver a mirar más una excavadora de éstas en su vida. Aunque lo pongan en el Puente Viejo”.
Más adelante, en la Glorieta, nos encontramos con el monumento al Obispo Belluga, quien, después de dirigir con mano férrea la Diócesis de Cartagena, llegó a Cardenal, y cuyos restos mortales reposan en Roma. El monumento es obra del escultor González Moreno (en el Museo de la Ciudad se conserva una copia de escayola del boceto). Se instaló a mediados de los años 50.
La anécdota aquí es que una de las ubicaciones que se consideraron para la escultura fue la plaza del mismo nombre, delante de la Catedral. Y otra anécdota relacionada es que en 1956, las autoridades llegaron a anunciar sus planes de hacer traer los restos de Luis Antonio de Belluga a Murcia para colocarlos en la Catedral. Dichos planes, claro está, no salieron adelante.
Por último, y ya llegando al punto de partida de esta excursión río abajo-río arriba, tenemos que nombrar a José María Vela Urrea: él fue la cabeza visible y el persistente impulsor de dos propuestas que, para hondo disgusto suyo y alivio de otros conciudadanos, no fueron recogidas por las autoridades ni llevadas a efecto: nos referimos a la idea de construir una “carretera para vías de circulación y pistas o playas de aparcamiento” en el mismísimo cauce del río Segura, y la de derribar la manzana de viviendas frente a la catedral para construir un bulevard y hacer que dicho monumento se pudiera contemplar desde el llamado ‘arenal’, es decir, desde la Plaza Martínez Tornel y la Gran Vía.
De ambas propuestas y de las reacciones que suscitaron, en especial la de la Catedral, hay un buen número de muestras en la prensa del momento que nos dejan con la boca abierta. Hemos seleccionado sólo unos ejemplos que pueden verse entre las fuentes de este texto, y de ellas, dejamos aquí los enlaces a algunas: sobre el plan de la carretera y los aparcamientos dentro del cauce del Segura, pincha aquí, aquí y aquí; sobre la destrucción de toda una manzana de viviendas (entre las que está la Casa Guillamón) para dar salida a la Catedral hasta la Gran Vía, pincha aquí, aquí, aquí y aquí.
Fuentes:
Línea, 13 de enero de 1948, página 5. Hospital Provincial.
Revista Nacional de Arquitectura, 1948, páginas 91-94. Colegio de Arquitectos de la Región de Murcia. Palacio Provincial.
Línea, 13 de febrero de 1950, página 1. Hospital Provincial.
Línea, 1 de abril de 1950, páginas 28 y 29. Hospital Provincial.
Línea, 4 de mayo de 1951, página 2. Barrio de Vistabella.
Línea, 29 de mayo de 1952, página 1. Barrio de Vistabella.
Línea, 29 de mayo de 1952, página 3. Barrio de Vistabella.
Línea, 12 de mayo de 1953, página 1. Barrio de Vistabella.
Línea, 26 de noviembre de 1954, página 2. Canalización del río.
Línea, 27 de noviembre de 1954, página 2. Estado del Puente Nuevo.
Línea, 23 de noviembre de 1955, página 1. Canalización del río.
Línea, 30 de enero de 1956, página 4. Viviendas para periodistas.
Línea, 1 de noviembre de 1956, página 2. Traslado restos de Belluga.
Línea, 10 de junio de 1958, página 4. Palacio Provincial.
Línea, 29 de junio de 1958, página 13. Palacio Provincial.
Línea, 15 de julio de 1958, página 4. Palacio Provincial.
Murcia Sindical, 5 de junio de 1960, página 6. Destrucción Puente Nuevo.
Línea, 8 de junio de 1960, página 1. Destrucción Puente Nuevo.
Línea, 14 de octubre de 1960, página 12. Hospital de la Cruz Roja.
Fotos, Marzo de 1961, página 34. Palacio Provincial y Hospital Provincial.
Línea, 25 de febrero de 1962, página 1. Palacio Provincial.
Línea, 27 de febrero de 1962, página 1. Palacio Provincial.
Línea, 4 de marzo de 1961, páginas 12 y 8. La excavadora del cauce.
Boletín de Información del Ayuntamiento de Murcia, 1 de junio de 1967, página 26. Hotel Siete Coronas.
Línea, 27 de enero de 1968, página 11. Hotel Siete Coronas.
Línea, 23 de abril de 1969, página 7. Hotel Siete Coronas.
Boletín de Información del Ayuntamiento de Murcia, 1 de julio de 1969, página 5. Hotel Siete Coronas.
Boletín de Información del Ayuntamiento de Murcia, 5 de abril de 1971, página 2. Hotel Siete Coronas.
Línea, 10 de febrero de 1965, páginas 7 y 14. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 11 de febrero de 1965, página 13. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 14 de enero de 1966, página 4. Plaza Cruz Roja.
Línea, 15 de noviembre de 1966, página 3. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 6 de marzo de 1967, página 1. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 2 de junio de 1967, página 7. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 9 de julio de 1970, página 2. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 25 de junio de 1971, página 7. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 16 de febrero de 1973, página 6. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 24 de julio de 1973, página 7. Monumento a Juan de la Cierva.
Línea, 8 de enero de 1974, página 7. Palacio de Justicia.
Línea, 1 de abril de 1974, página 3. Palacio de Justicia.
Línea, 25 de octubre de 1974, página 6. Palacio de Justicia.
Línea, 18 de abril de 1975, página 28. Palacio de Justicia.
Línea, 15 de noviembre de 1978, página 7. Catedral desde el Arenal.
Línea, 2 de diciembre de 1978, página 7. Catedral desde el Arenal.
Línea, 7 de enero de 1979, página 10. Catedral desde el Arenal.
Línea, 25 de enero de 1979, página 10. Catedral desde el Arenal.
Hoja del Lunes, 4 de enero de 1982, página 4. Propuestas de Vela Urrea.
Hoja del Lunes, 1 de febrero de 1982, página 4. Carretera en el cauce.
Hoja del Lunes, 15 de febrero de 1982, página 2. Carretera en el cauce.
Hoja del Lunes, 22 de febrero de 1982, página 29. Carretera en el cauce.
Línea, 2 de mayo de 1982, página 3. Protección del Malecón.
¿Sabías que el desaparecido edificio del Club Remo sólo estuvo en pie 36 años? 2022. Museo de la Ciudad.
El río que sueña con volver a ser río. Sawar Murcia, n.º 6. Diciembre de 2013.
Fundación DOCOMOMO Ibérico: fichas del Gobierno Civil, el Instituto Provincial de Sanidad, y el Complejo Residencial de Espinardo.
Web del Consejo General del Poder Judicial: Historia del TSJ Región de Murcia. Palacio de Justicia.
Web de los Premios de la Calidad en la Edificación de la Región de Murcia: Bloques de Bernal.
‘Las transformaciones de los espacios urbanos fluviales en zonas áridas: lecciones de la cuenca del Segura’, Francisco Calvo García-Tornel, Universidad de Murcia. Departamento de Geografía Física, Humana y Análisis Geográfico Regional, 1996.
Vistabella recupera la Virgen de Fátima, 18 de diciembre de 2019, La Opinión de Murcia.
Amenazan a un cura de Murcia por tocar las campanas, 6 de enero de 2021, La Opinión de Murcia.
La iglesia de Vistabella es 'una ruina': "He puesto un cartel en la puerta para evitar desgracias", 1 de enero de 2022, Murcia Plaza.