¿Sabías que...
… Ricardo Codorníu y Stárico fue pionero en la difusión del Esperanto en España?

Por todo el mundo es sabido que Ricardo Codorníu y Stárico, nacido en Cartagena el 6 de junio de 1846 y fallecido en Murcia el 26 de septiembre de 1923 (por cierto, cada 26 de septiembre se celebra el Día Europeo de las Lenguas, una iniciativa del Consejo de Europa), fue un regeneracionista y humanista convencido, que llevó a un plano internacional su espíritu científico y su afán de divulgar los avances del conocimiento, por encima de fronteras y prejuicios de cualquier tipo.

 

Él mismo tenía la universalidad en su sangre, pues su abuelo paterno provenía de Barcelona y su madre era descendiente de una familia italiana afincada en Murcia en el siglo XVIII. Culto y de amplia formación, tenía antecentes destacados en el campo de la medicina y del comercio.

 

Por todo ello, podemos afirmar que el insigne ingeniero de montes cuya actividad e iniciativas le valieron el eterno título de Apóstol del Árbol, fue mucho más que una persona interesada en ‘plantar árboles’: buscó en la propia naturaleza soluciones a los problemas medioambientales, fue un pionero de la ecología tal y como la entendemos hoy y se le reconoce por sus planes de reforestación, entre otras cosas.

 

En el primer centenario de su muerte (1923-2023), y al hilo de un ‘Hoy enseñamos’ que le dedicamos como conmemoración (más información, en este enlace), nos fijamos un poco más en otra de sus facetas; una que, lejos de lo que pueda parecer a primera vista, no tiene una motivación estrafalaria ni gratuita: encaja en su trayectoria, la explica y la refuerza.

 

Nos referimos al papel de Ricardo Codorníu y Stárico como uno de los pioneros del Esperanto en nuestro país, por mor de unos actos que, como es natural, también situaron a la provincia y a la ciudad de Murcia en la vanguardia del esperantismo español.

 

Breve repaso a una vida intensa

 

Codorníu y Stárico estudió ingeniería forestal en la Escuela Especial de Ingenieros de Montes de Madrid, donde obtuvo el título en 1871. Se le destinó al Distrito Forestal de Murcia, y tras su paso por la Dirección General de Propiedades y Derechos del Estado, en 1888 entró a formar parte de la Comisión de Repoblación de la cuenca del Segura, cuyo principal objetivo, ya ocurrido el desastre de la riada de Santa Teresa, era el de regular el curso del río Guadalentín.

 

Desde esa comisión llevaría a cabo una de sus mayores y más afamadas obras: la repoblación forestal de la sierra de Espuña, con la que, además de crear una masa forestal que hoy es un pulmón colectivo y fuente de vida, contribuyó a fijar el terreno y a minimizar el efecto devastador y erosionante de las fuertes lluvias y de las riadas.

 

También fue el responsable de la repoblación forestal de Guardamar del Segura, otra intervención modélica que contiene y protege a las dunas, y fue el impulsor y creador, junto al alcalde Jerónimo Ruiz Hidalgo, de uno de los parques más icónicos de Murcia, bautizado con el nombre del regidor murciano y que sirvió para recuperar la extensa superficie del llamado ‘soto del río’, en la margen izquierda del Segura, entre el Martillo del Palacio Episcopal y el actual Puente del Hospital, aproximadamente.

 

Dicho jardín, escenario de la Feria de Septiembre, de desfiles y de eventos, y aula abierta en la que el propio Codorníu dio clases de botánica, se inauguró en 1908 y fue destruido en los años 50 del siglo pasado, durante las obras de canalización del tramo urbano del río (puedes saber más sobre dicha canalización pinchando en este enlace).

 

Entregado a la tarea de la restauración hidrológico-forestal, bajo su impulso e iniciativa se creó la Sociedad Española de los Amigos del Árbol en 1911 (el 21 febrero de 1908 ya se había celebrado en Murcia el primer Día del Árbol), y en 1915 fundó la revista España Forestal. En su ánimo siempre estuvo compartir experiencias y proyectos con el resto de miembros de su profesión, para hacer de ella una tarea común. También mantuvo presente su compromiso social por mejorar la calidad de vida de las personas y la salud del medio natural.

 

En lo personal, Codorníu y Stárico, miembro de una familia adinerada y de profundas convicciones religiosas, jamás dejó de ayudar a cualquiera que se le acercó pidiendo auxilio; así nos lo cuenta, por ejemplo, Enrique Morales en su libro ‘El viejo árbol’.

 

Ricardo se casó con Mercedes Bosch y Bienert y tuvieron ocho hijos, muchos nietos y dos bisnietos que él llegó a conocer. Una de sus hijas, María Codorníu Bosch, contrajo matrimonio con Juan de la Cierva y Peñafiel, y de la pareja nació el famoso ingeniero e inventor Juan de la Cierva y Codorníu.

 

Rikardo’, el esperantista

 

Ricardo Codorníu y Stárico vivió en un tiempo de avances científicos y tecnológicos, entre el último tercio del siglo XIX y primer cuarto del XX, siendo él mismo uno de los que más y mejores aportaciones hizo en su ámbito como autor de una amplia obra literaria, científica y pedagógica.

 

En un artículo de National Geographic se describe de este modo aquellos años, desde el punto de vista de los idiomas predominantes: “A finales del siglo XIX, el francés dominaba la diplomacia, el inglés ganaba terreno en la economía, el alemán era imprescindible en la ciencia y la tecnología, y el ruso ya adquiría una importancia creciente”.

 

Por ese motivo, y por su carácter humanista y regeneracionista, Codorníu se sumó con entusiasmo a la idea del oftalmólogo polaco Ludwig Zamenhof de crear una lengua auxiliar de carácter internacional, el Esperanto, de modo que el saber superase la barrera del idioma y que el progreso se extendiese por el mundo sin importar la nacionalidad.

 

Codorníu quería que los investigadores de cualquier lugar pudiesen compartir los avances de sus respectivos campos del saber, a la manera de los actuales artículos científicos y ‘papers’.

 

Tal y como cuenta José Antonio del Barrio, expresidente de la Federación Española de Esperanto y actual director de la Fundación Esperanto, en su web delbarrio.eu, el Esperanto fue creado en 1873 en Varsovia por el doctor oftalmólogo Ludwig Zamenhof, que redactó la primera gramática y que luego fue perfeccionándola hasta alcanzar una versión más consolidada en 1889.

 

La firma de Zamenhof como ‘Esperanto’, escrito en el propio idioma y cuya traducción es ‘el que tiene esperanza’ o ‘el esperanzado’, dio nombre a su nueva lengua.

 

Dentro del interés por hacer correr su idea, Zamenhof envió ejemplares a muchos países: en España, tres ejemplares de la Gramática del Esperanto llegaron al bibliotecario del Senado en Madrid, Joaquín de Arce, que a su vez remitió dos de ellas: una al malagueño José Rodríguez Huertas y otra a Ricardo Codorníu y Stárico. Por ese motivo, Málaga y Murcia fueron dos de los primeros y más potentes focos de difusión de esta lengua auxiliar y sede de las primeras asociaciones.

 

La nueva lengua despertó la curiosidad de algunos Estados, y en nuestro país, en 1898, el presidente de la I República, Francisco Pi y Margall, lo demostró publicando un artículo en el diario El Nuevo Régimen en el que alababa al Esperanto como oportunidad de superar los odios y la falta de entendimiento entre naciones.

 

En el libro ‘El viejo árbol’, Enrique Morales explica que Ricardo Codorníu fundó en 1902 la Sociedad Murciana de Esperanto, con sede en su domicilio del Paseo del Malecón, junto con otros personajes como López Villanueva, Ros Sudriá y Benavente y Norman MacLean, e hizo pintar un gran rótulo en su fachada con la frase “Aprended la lengua auxiliar internacional Esperanto”.

 

Un año después, con la colaboración de esperantistas de Murcia y de Valencia, se fundó la Sociedad Española para la Propaganda del Esperanto, también con sede social en la residencia Codorníu y con él como presidente.

 

Ricardo Codorníu se lanzó entonces a editar publicaciones a diferente nivel y con diferente temática, una de las cuales la aplicó a la difusión de la ingeniería forestal. Cada una de esas publicaciones recibió el nombre de ‘estrella’, tomando el símbolo que Zamenhof eligió para su lengua:

 

Vaga Estelo o Estrella Errante, para extranjeros; Hispana Estelo o Estrella Española, para españoles; Murcia Estelo o Estrella de Murcia, para los cada vez más numerosos grupos de Esperanto que se iban creando en la provincia; y Arbara Estelo, es decir, la Estrella del Bosque, que tenía como objeto su ámbito profesional.

 

Como hemos señalado, Codorníu fue nombrado presidente del movimiento esperantista español en esos primeros años, y en 1905 acudió al primer congreso internacional de Esperanto encabezando a la delegación española. Allí fue investido como una de las autoridades y máximo representante del Esperanto en nuestro país, junto a otros tres esperantistas.

 

También se creó la revista portavoz de la Sociedad, ‘La Suno Hispana’, El Sol Español, que publicó 96 números hasta 1914. El crecimiento del Esperanto en nuestro país llevó a la aprobación de un decreto en 1911 que permitía que se enseñase esta lengua en los colegios españoles, y en 1917 se editó un número de la revista ‘Hispana Esperantisto’ dedicado a Codorníu y a Murcia.

 

Para entender la implicación Codorníu con esta idea de lengua auxiliar universal, qué mejor que leer lo que él mismo escribió:

 

“A primera vista parece un sueño, casi un delirio, la creación de un idioma tan fácil como el Esperanto, grato al oído, de extraordinaria flexibilidad, de rico hipérbaton que no daña a la claridad, que se aprende a traducir bien en veinte horas a lo más y se habla correctamente en otras ciento, al ser tan sumamente preciso”.

 

“(…) la pronunciación del Esperanto es tan fácil, que llega al punto de no notarse el acento nacional (…). Se borra por completo la idea de la patria de nuestro interlocutor, y sólo miramos en él al hombre, al hermano”.

 

“Hay quienes sin fundamento ven en el Esperanto y en la idea esperantista un principio de malsana internacionalidad, considerándolo extremo opuesto de aquellos que creen que el amor a su patria se debe basar en el odio a las demás, cuando lo racional, lo justo, lo civilizado, por decirlo así, es que en nuestro amor no vaya envuelto odio alguno. Así, tampoco el amor al prójimo y a la Humanidad suponen mengua alguna para el amor a la patria, ni amar a la familia exige que se odie a los que a ella no pertenecen, pues son sentimientos de afecto que pueden y deben coexistir”.

 

Acabamos este breve repaso a la relación de Codorníu y el Esperanto con Julio Mangada Rosenörn (1877-1946), personaje muy interesante desde el punto de vista histórico: fue un militar republicano, masón y esperantista, que escribió los siguientes versos en honor a Codorníu y Stárico cuando el ingerniero falleció en 1923:

 

Hombres, pájaros y plantas

todos hoy en firme unión

hemos de agradecer su praxis,

su esfuerzo e ilusión

por una humanidad más justa

de diálogo y comprensión

 

El Esperanto

 

Ahora, unas notas breves sobre la lengua creada por Zamenhof: en un texto de su web en el que desgrana algunas de sus principales características, José Antonio del Barrio explica que el Esperanto es mucho más sencillo que los idiomas nacionales, y destaca una de las cosas que más sorprende a quien se acerca a esta lengua: la abundancia de letras J y K.

 

“Se debe advertir, respecto a la primera, que la letra J en Esperanto representa un sonido equivalente a la Y española, y que su abundancia se debe a que sirve para formar el plural. El sonido de la K es el mismo que en castellano; en cambio, la letra C en esperanto es equivalente al sonido TS en español, siempre”, afirma el director de la Fundación Esperanto.

 

El alfabeto de esta lengua universal auxiliar comprende 28 letras, donde no se incluyen las siguientes: ñ, q, x, y. Prosigue: “La gramática es de tipo indoeuropeo y no difiere demasiado de la propia del español. Lo que más la define es el uso de finales propios para cada categoría gramatical”: la O para el sustantivo, la A para el adjetivo, la E para el adverbio y la I para el verbo.

 

Un ejemplo sencillo que usa del Barrio: de la raíz ‘amik’ se obtiene amiko, que significa amiga/o; amika, que es amistoso; amike que significa amistosamente; y amiki que sería un verbo en infinitivo para designar la acción de hacer amigos.

 

Y además, como nos cuenta José Antonio del Barrio: “Otra importante letra final es la N, que marca el objeto directo, entre otras funciones. Los tiempos verbales no cambian según persona o número, y carece de las habituales irregularidades y excepciones”.

 

“En ocasiones se dice que el Esperanto es una mezcla de idiomas, con palabras tomadas de las lenguas europeas. No es así. Las palabras se forman mediante las terminaciones anteriormente indicadas, según su categoría gramatical. Además existe un numeroso conjunto de prefijos y sufijos que permiten la creación de nuevas palabras a partir de las raíces básicas”, afirma del Barrio.

 

Algunos apuntes más, serían, por ejemplo, que las vocales son las mismas del castellano: a, e, i, o, u; que se pueden pronunciar como en español, que cada vocal marca una sílaba y que existen dos semivocales con las que se forman los diptongos: son la J y la ŭ (el acento sobre la U es el denominado acento breve).

 

La J se pronuncia como una ye (i griega), forma diptongos con la vocal adyacente y también sirve para crear el plural. Por su parte, la letra ŭ tiene el sonido de la u, pero se considera una semivocal porque también se utiliza cuando se quiere formar un diptongo (como la W inglesa).

 

El Esperanto resume sus reglas en 16, que José Antonio del Barrio también incluye en su web y que reproducimos aquí:

 

  1. Sólo existe un artículo indefinido "la", igual para todos los géneros, números y casos. No existe el artículo indefinido.

  2. Los sustantivos se forman añadiendo una "o" a la raíz. Para formar el plural se añade una "j" al singular. Para el acusativo (objeto directo) se añade una "n" después de la "o" o de "oj". El resto de casos se expresan con preposiciones. Por ejemplo, amigo se dice amiko, y amigos, amikoj (pronunciado amícoy)

  3. Los adjetivos se forman añadiendo una "a" a la raíz, y los casos y números como en los sustantivos. El comparativo se forma con "pli" y el superlativo con "plej". Por ejemplo, amika significa amigable.

  4. Los números básicos son: unu, du, tri, kvar, kvin, ses, sep, ok, naŭ, dek (1 a 10), cent (100), mil (1000). Las decenas y centenas se forman uniendo los numerales (378: tricent sepdek ok). Los ordinales se forman añadiendo la terminación "a" del adjetivo (dua: segundo).

  5. Los pronombres personales son mi (yo), vi (tú, vos, vosotros, usted, ustedes), li (él), ŝi (ella), ĝi (ello), si (se, reflexivo), ni (nosotros), ili (ellos), oni (impersonal). Los pronombres posesivos tienen la terminación "a" (nia: nuestro), y en el acusativo "n" (nin: nos).

  6. Los tiempos verbales no cambian según la persona o el número. El presente termina en "as", el pasado en "is", el futuro en "os", el condicional en "us", el imperativo en "u", y el infinitivo en "i". Existen participios activos con "ant", "int" y "ont", y pasivos con "at", "it" y "ot". La preposición de pasivo es "de". Por ejemplo, mi amas (yo amo), li amis (él amó), ni amos (nosotros amaremos), ŝi estas amata de vi (ella es amada por usted)

  7. Los adverbios se forman añadiendo "e" a la raíz (amike: amigablemente)

  8. Las preposiciones usan el nominativo.

  9. Cada palabra se lee como se escribe (es decir, como se indicó antes, cada letra tiene un sonido característico, que no varía en función de la que está al lado)

  10. El acento cae siempre en la penúltima sílaba.

  11. Las palabras compuestas se forman uniendo las raíces de las palabras simples, con la raíz principal al final. Por ejemplo, "pomarbo" significa manzano, de "pomo", manzana, y "arbo", árbol.

  12. No existe la doble negación. La palabra "no" se dice "ne", pero no se usa si existe otra palabra negativa.

  13. La terminación "n" también puede emplearse para indicar el movimiento a un lugar.

  14. Cada preposición tiene un significado definido; existe una preposición "je" que se utiliza más libremente, pero que ahora se emplea poco.

  15. Para adoptar nuevas palabras, aparte de la posibilidad de combinar raíces ya existentes, se pueden tomar palabras extranjeras, adaptándolas a la ortografía del esperanto y añadiendo las terminaciones correspondientes.

  16. La "o" de los sustantivos y la "a" de "la" se pueden eliminar y sustituir por un apóstrofo, por cuestiones estéticas, pero esto se hace casi únicamente en poesía.

 

Fuentes

 

Especial sobre el centenario de Ricardo Codorníu, de Onda Regional, en este enlace.

 

‘Ricardo Codorníu, un siglo por delante’, artículo del diario La Verdad, en este enlace.

 

Web de José Antonio del Barrio dedicada al Esperanto, en este enlace.

 

‘Esperanto, el idioma universal que no llegó a prosperar’, artículo de National Geographic, en este enlace.

 

‘El viejo árbol (vida de Ricardo Codorníu y Stárico)’, de Enrique Morales.

 

Hemeroteca digitalizada del Archivo Municipal de Murcia, en este enlace.

 

Biblioteca Digital Hispánica de la BNE, en este enlace

 

Región de Murcia Digital, en este enlace.

 

Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia, en este enlace.


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