¿Sabías que…
... el pintor murciano Luis Garay homenajeó a García Lorca con un emotivo texto poco después de su asesinato?

Fue en las páginas del periódico ‘Nuestra lucha’, editado en Murcia durante la Guerra Civil y con el que el pintor colaboró mientras duró la contienda, al tiempo que custodiaba las obras artísticas de la Catedral.

 

El texto, que reproducimos íntegramente a continuación y que está firmado por el pintor murciano Luis Garay, se publicó el 11 de septiembre de 1936. También puedes leerlo directamente en el documento digitalizado por el Archivo Municipal de Murcia, pinchando en este enlace.

 

FEDERICO GARCÍA LORCA

 

¿Y la niña?

Borda y borda lentamente,

yo la he visto por el ojo de la llave.

Parecía el hilo rojo entre sus dedos

una herida de cuchillo sobre el aire.

(Mariana Pineda, Acto 1º).

 

Los primeros versos que leí de Federico García Lorca me produjeron impresión y extrañeza. No sé por qué misterio inexplicable, parecía que aquellos versos iniciaban un caminar hacia la tumba. En ellos había algo traslúcido, acerado, yerto. Había frío. Frío de luna, y con este frío jugó siempre el poeta. Dos acertadas sensaciones escalofriantes y distintas dieron Oscar Wilde y Federico García Lorca con la luz de la luna.

 

La del poeta inglés, aunque bellísima y oportuna, no ofrece predestinación en ninguna forma: “Qué hermosa está la luna. Parece una doncella histérica en busca de amantes” (dice Salomé en la terraza del palacio de Herodes Tetrarca). La sensibilidad recibe un latigazo descarado, morboso. Pero lo dicho, dicho está, con toda la desnudez del gran poeta cultivador del cinismo. La imagen referida, puede decirse que aunque es capaz de todas las ternuras poéticas, está premeditada con la inteligencia.

 

La otra imagen del poeta granadino, primer verso que de él leí, es ésta:

 

La luna vino a la fragua

con su polisón de nardos,

el niño la mira mira,

el niño la está mirando.

 

He aquí algo muy especial, muy emotivo y que en ningún modo está calculado. Pero hay frío. Y no es en la expresión poética, que está logradísima. No es en su concepción, que surge con belleza y ternura. No es tampoco en la dialéctica, que brota torrencial y espontánea. Es algo triste, un halo triste de predestinación y tristeza que envuelve a la obra de este reconocido y gran poeta.

 

Una fosforescencia azulada —luz de fuegos fatuos— hay en esa entrada espectral de la luz por la claraboya —sin duda— de la fragua. Los martillos, cadáveres esparcidos por el suelo. El yunque produciría al tacto un espasmo helado, como la frente del muerto.

 

...el niño, la mira mira,

el niño la está mirando.”

 

La está mirando atónito, con los ojos desmesuradamente redondos como una luna doble. Y finalmente la luna se aleja, dejando su luz enterrada en dicha cripta, en el silencio de la fragua.

 

El viento la vela vela, el viento la está velando.”

 

La poesía de Federico García Lorca sugiere con frecuencia el sudario y la muerte, o bien un preludio de la misma. Federico Garcia Lorca, que no es un cerebral, es un poeta corazón. Otro aspecto de índole quizá freudiano se advierte también en el poeta granadino: su multiplicidad o su prisa. Parecía como si una voz secreta le fuese dando el aviso constante de un próximo fin; y así, su caudal poético lo prodigaba sin tasa.

 

Inmediatamente después de haber leído un verso suyo, había que volver a repetirlo para buscar la línea, vocablo o momento en el cual sucedió la tragedia. Empeño infructuoso. Lo trágico no estaba allí descrito; de estarlo habría sido aparatoso. La tragedia es en sus versos como un imperativo inconsciente o quizá de la subconsciencia. La tragedia no está en lo que dice, está en el ritmo zozobrante que siempre le acompaña, está sobre todo en su pena.

 

Oh pena de los gitanos,

pena limpia y siempre sola.

Oh pena de cauce oculto

y madrugada remota!”

 

La tragedia está en la evocación o transportación a que nos conducía esta felicísima línea de uno de sus versos que hallé con facilidad, y que en varias ocasiones oí a Jorge Guillén elogiarla, paladeándola con deleite:

 

“Miedos de fina arena”.

 

Algo sensual hay en la obra de Federico —así se le nombraba y no podía existir la confusión—, algo quizá decadente, pero con elevado rango sincero y siempre con honrado propósito poético.

 

Tuvo también una cualidad a mi juicio estimable: no pretender jamás ser un exquisito. Por eso sus constantes aciertos tienen una insospechada refulgencia entre un montaje poético a veces poco meditado. En cierto modo, esto viene a ser otra virtud: poseer la suficiente grandeza para no eliminar de la obra lo que irremediablemente surgió defectuoso. Siempre es preferíble la sinceridad a un fingimiento delator de las miserias encerradas en casa.

 

Tengo que insistir —quizá— en demasiadas citas de sus versos para ver cómo en ellos aletea siempre la tristeza con un dulce sabor romántico. No es un romanticismo precisamente de norma, sino de situación y de ámbito. Un romanticismo evocador del siglo XIX, pajizo y aromatizado con olor de membrillo.

 

y cuando el gran Cayetano

cruzó la pajiza arena,

con traje color manzana

vestido de plata y seda

parecía, que la tarde,

se ponía más morena.

 

¡Las tardes que Federico García Lorca describió! Tardes pegadizas, de sol espeso. Sensuales tardes febriles. Tardes agobiadas, a pesar de su calidez poseídas de desolación y de agonía.

 

La tarde loca de higueras

y de rumores calientes,

cae desmayada en los muslos

heridos de los jinetes.

 

Pero lo que me produjo un gran escalofrío fue esta descripción de la tarde que publicaba en un periódico de Madrid:

 

Agosto, contraponientes

de melocotón y azúcar,

y el sol dentro de la tarde

como el hueso de una fruta

 

¡Sublime visión la de este verso! Enorme pena la de ese sol, encerrado dentro de la bóveda turbia y caliginosa de la tarde estival, bañado en un caldo de fruta.

 

Camaradas que venían del frente trajeron a nuestra Redacción las primeras noticias. Luego casi se confirmaron. Después, las publicó casi toda la prensa. Los fusiles facciosos han roto la vida del poeta dentro de su propia ciudad de Granada.

 

LUIS GARAY.

 

La muerte del poeta en la prensa murciana

 

La primera noticia del fusilamiento de García Lorca recogida en la prensa murciana tiene fecha del 29 de agosto de 1936, diez días después del asesinato del poeta, y fue publicada por ‘Nuestra Lucha’, donde colaboraba el pintor Garay. Este mismo diario, editado en Murcia durante la Guerra Civil, afirmaba unos días después haber sido el primer periódico de España en informar sobre la muerte de Federico García Lorca.

 

Aquella primera información, llegada a la redacción en forma de rumor desde el frente bélico de Córdoba, fue titulada con una interrogación: '¿Ha sido asesinado García Lorca?'. Tal y como después se supo que se habían desarrollado los hechos, y dentro de las incógnitas que aún hoy rodean la detención y asesinato del poeta y la identidad de sus verdugos, en la noticia hay errores claros, fruto de la confusión en aquellos primeros días tras el fusilamiento:

 

“García Lorca, que es una de las figuras más sobresalientes de nuestra literatura contemporánea, parece ser que se hallaba preso en Córdoba, y que en una de las últimas ‘razzias’, de las que acostumbran los facciosos a realizar tras de haber sufrido algún descalabro, ha caído el gran poeta”.

 

En realidad, García Lorca no llegó a salir de la provincia de Granada: fue detenido el 16 de agosto en la casa de la familia Rosales, en la propia capital granadina, llevado después al Gobierno Civil, donde pasó una o dos noches, y luego trasladado a Víznar, para ser fusilado junto a otros detenidos sin acusación oficial ni juicio en la madrugada entre el 18 y el 19 de agosto de 1936, en la carretera que separa aquella localidad de la vecina Alfacar. Posteriormente, García Lorca fue enterrado en la cuneta por otros prisioneros.

 

El 5 de septiembre de 1936, El Liberal de Murcia publicaba otra noticia con el titular ‘Se confirma la muerte del gran poeta Federico García Lorca a manos de los facciosos’. El hecho siguió asomándose con cuentagotas a la prensa murciana durante todo el mes de septiembre de 1936, así como durante el otoño posterior, siendo uno de los ejemplos más destacados el referido homenaje de Luis Garay.

 

En dichas publicaciones se fueron alternando nuevos detalles sobre el asesinato, que poco a poco se aproximaban a la versión conocida hoy, con recuerdos, pequeños homenajes y lamentos que llegaban a la indignación, como el del siguiente fragmento dedicado a los responsables de la muerte del poeta:

 

“… la justicia del pueblo, reforzada por su recuerdo inmortal, implacable, caerá sobre vosotros. No escaparéis, y sabed, si aún os queda algo de conciencia, que desde la negra noche sin ojos de estrellas del eterno descanso, miles de espíritus os maldicen” (Nuestra Lucha, 17 de septiembre de 1936, página 8).

 

El 2 de octubre de 1936, el periódico de la Federación Universitaria Escolar, la FUE, publicó una ilustración con un retrato de García Lorca (incluida en la galería de imágenes de este texto) y afirmaba que su asesinato había sido recientemente confirmado por el Gobierno de la República. Muchos de sus versos fueron repetidos en los diarios murcianos y se le citó en actos y representaciones, como la que tuvo lugar el 16 de septiembre en el Teatro Guerra de Lorca, a modo de homenaje y de recuerdo.

 

El Garay escritor y su papel durante la Guerra Civil

 

El pintor Luis Garay, nacido en la pedanía murciana de Nonduermas en 1893 y fallecido en Murcia en 1956, desempeñó un importante papel durante los años del conflicto bélico, entre 1936 y 1939. Paralizada la labor docente en la Escuela de Artes y Oficios, participó en las actividades de conservación del Patrimonio Artístico, especialmente de la Catedral de Murcia, tal y como nos cuenta Francisco Javier Díez de Revenga en el número 101 de la Revista Murgetana (1999).

 

El investigador y académico firma en dicha publicación el articulo ‘La obra literaria del pintor Luis Garay’, donde también refiere las colaboraciones habituales de Garay en el periódico ‘Nuestra Lucha. Portavoz de la Unidad Obrera’. Este hecho, unido a su adhesión al gobierno republicano, llevó al regimen franquista a depurarlo de su puesto de profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Murcia, que, sin embargo, le fue devuelto en 1943.

 

En 1953, todavía durante la dictadura, la Universidad de Murcia invitó a Luis Garay, ya como artista e intelectual maduro y respetado en su ciudad, para pronunciar una conferencia sobre sus memorias.

 

Díez de Revenga relata que “la Diputación Provincial le otorgaría, inmediatamente después, uno de su premios (el ‘Baquero Almansa’ en 1955), y tras su muerte, en esa misma década de los cincuenta, el 7 de febrero de 1956, publicaría su primer libro, con el sugerente título de ‘Estampas murcianas’, y el subtítulo no menos expresivo de ‘Ensayos literarios’ que el pintor no llegaría a ver editado”.

 

La publicación estaba prologada por Juan Torres Fontes, quien, en su texto, recordó la conferencia de Garay en la Universidad de Murcia como el momento en el que descubrió a un escritor en la persona que antes tenía únicamente como pintor:

 

“Me impresionó fuertemente la viva personalidad como escritor, que hasta entonces no había conocido más que como pintor. Su lectura pausada, acompañaba de vivos y sugestivos gestos, no sólo resultó grata, sino que, como posteriormente pude comprobar, impresionó a los asistentes. Su alma de artista asomaba en toda su lectura. En ella lo histórico se confundía con lo literario, con la anécdota y con el buen humor".

 

"Todo le daba margen para entrar en el juego intelectual de la ironía y de la gracia; y en los contrastes quedaba al descubierto una fuerte dosis de ingenuidad, conmovedora y plástica, que testimoniaba la capacidad pictórica de Garay, del sentido del color y cierta facilidad descriptiva. En el desenfado de su prosa, las estampas literarias adquirían el sentido íntimo de la interpretación popular”, señalaba Torres Fontes en su prólogo.

 

El propio Díez de Revenga, en el artículo de Murgetana, reconoce que “la gloria literaria de Luis Garay fue, como vemos, fulgurante pero efímera”. “Tan sólo unos años antes de su muerte se descubre en él a un intelectual clave en la Murcia del primer tercio del siglo XX, que, además, sabe contar lo que ha visto y salpica sus relatos de buen decir, afecto, tono entrañable y calor humano. Un cronista de la vida artística y literaria de las décadas inmediatamente anteriores acaba de surgir”.

 

En los fondos digitalizados de la hemeroteca del Archivo Municipal de Murcia, nos esperan los textos de Luis Garay publicados en la prensa en aquellos años 20 y 30 del siglo XX; Garay, el pintor que también fue contertulio en los cafés, animador en los círculos culturales, escritor y cronista excepcional de la Murcia de su tiempo.

 

 

Fuentes:

 

¿Ha sido asesinado García Lorca?

Nuestra Lucha, 29 de agosto de 1936, página 1.

 

Se confirma la muerte del gran poeta Federico Garcia Lorca a manos de los facciosos.

El Liberal de Murcia, 5 de septiembre de 1936, página 3.

 

El fusilamiento de García Lorca.

Nuestra Lucha, 5 de septiembre de 1936, página 1.

 

Federico García Lorca.

Nuestra Lucha, 11 de septiembre de 1936, página 8.

 

Duelo por la muerte de Federico García Lorca – una nota de La Barraca.

Nuestra Lucha, 13 de septiembre de 1936, página 3.

 

La muerte de García Lorca.

Nuestra Lucha, 16 de septiembre de 1936, página 5.

 

Lorca – Festival benéfico.

El Liberal de Murcia, 17 de septiembre de 1936, página 4.

 

Nuevos e interesantes detalles del fusilamiento de García Lorca.

Nuestra Lucha, 29 de septiembre de 1936, página 8.

 

Federico García Lorca.

FUE (Federación Universitaria Escolar), 2 de octubre de 1936, página 2.

 

La obra literaria del pintor Luis Garay.

Francisco Javier Díez de Revenga. Revista Murgetana, número 101 (1999), página 87.


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