Carnacea: "La poesía también es refugio"
Hablamos con Ángeles Carnacea sobre su poemario 'Por aquí pasó un río', que presentó el día 3 de junio de 2021 en el Museo

El Museo de la Ciudad acogió la presentación del libro de poesía de Ángeles Carnacea, ‘Por aquí pasó un río’, que tuvo lugar el jueves 3 de junio a las 20:00h en el patio. En el acto la autora estuvo acompañada por la escritora Marisa López Soria y por el periodista Manuel Madrid. Para ver las imágenes del evento, pincha en las imágenes de la derecha.

 

Hemos leído que el libro es un homenaje a tu madre. ¿Por qué, cómo y cuándo nace 'Por aquí pasó un río'?

 

Los poemas del libro los escribí durante los cinco años que duró la enfermedad y sufrimiento mental de mi madre. No hubiera podido imaginar que se convertirían en un libro. Una mañana, durante el confinamiento me levanté pensando en esos poemas, en ese manuscrito guardado desde hacía un año y medio en un cajón.

 

El libro es un canto a la vida, a la belleza de lo que no quiero olvidar. La belleza de los instantes, de los momentos vividos y compartidos con una mujer buena y generosa como fue mi madre. Intento rescatar la luz, atesorarla, para que no se vaya nunca de mi recuerdo, sin tener miedo a las sombras que la preceden o suceden. Donde hay luz hay sombra, siempre. Es un libro que deja adivinar en los versos que en el prólogo, Natalia Carbajosa los compara con esquirlas, con grietas de luz, espacios de silencios visuales en los que el lector y la lectora tienen un papel crucial: añadir lo que falta. Y a cada uno, a cada una, le parecerá que falta algo, o no.

 

¿De dónde viene el título, ‘Por aquí pasó un río’?

 

Los poemas viajan a la infancia, a la adolescencia y al centro del dolor que supone ver cómo va secándose un río. Un río caudaloso. Ese río, es la vida de alguien a quien amas, alguien que te dio la vida. Hay dolores grandes, muy grandes, este lo es. Recientemente en el diario La Verdad, Manuel Madrid, que me acompaña junto a Marisa López Soria en el Museo de la Ciudad, ponía como titular del artículo en el que hablaba de la publicación del libro: “Una exaltación de la belleza y la vida”. Resume muy bien mi intención, la intención de cada uno de los poemas del libro. En el dolor también hay belleza.

 

El poemario se publica en la editorial Raspabook. ¿Cómo ha sido el proceso?

 

El impulso que me dieron Juan Pedro Bermejo, mi pareja, y los escritores y las escritoras y poetas, Natalia Carbajosa, Vega Cerezo, Juan Cano Conesa, Marisa López Soria y Mada Alderete, fue muy importante. No tengo palabras para agradecerles el tiempo que se tomaron para leer, comentar y hacerme sugerencias tan enriquecedoras. Y llegar a Raspabook, a una casa que me gusta y en la que sus editores, Asun Martín y Raúl Gómez, cuidan cada detalle, es un placer. Agradecida y afortunada, así me siento.

 

¿Cómo llega al mundo de la poesía una antropóloga social y licenciada en Ciencias Políticas y Sociología como Ángeles Carnacea?

 

La poesía siempre ha estado presente en mi vida. Mi tendencia a buscar la belleza hasta en lo más insignificante, quizás sea una muestra de ello, independientemente de que haya escrito más o menos. Soy fundamentalmente lectora. Leer y escribir poesía son una manera de estar en el mundo, de entenderlo, de encontrar un orden en medio del desorden que son a veces los días.

 

¿Qué poesía te inspira, qué lees?

 

Mi vida habría sido otra sin los poemas de Antonio Machado, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Rosalía de Castro, Francisca Aguirre, Chantal Maillard, Emily Dickinson, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, Adrienne Rich, Louise Glück, Sophia de Mello Breyner, Eugénio de Andrade, Fernando Pessôa, Idea Vilariño, Ida Vitale, Mahmud Darwish, Christian Bobin, Wisława Szymborska, Ana Blandiana, Elizabeth Bishop, Rosario Castellanos, Gioconda Belli, Jaime Sabines, Antonio Gamoneda, Ángel González, Clara Janés… Entre otras muchas voces fundamentales de la poesía que me han acompañado y acompañan. Me resulta difícil imaginarla.

 

La poesía también es refugio, un lugar. Un lugar en el que me salvo y me siento a salvo. ¿De qué? No lo sé muy bien. Hace unos días la poeta portuguesa Ana Luísa Amaral, reciente Premio Reina Sofía de poesía Iberoamericana, decía que “la poesía nos puede salvar ayudándonos a construirnos otro mundo” y me parece que tiene razón. Y para terminar de contestarte a la pregunta, que no sé si lo he conseguido, hago mías unas palabras de la poeta rumana Ana Blandiana, “sueño con una poesía simple, límpida y tan transparente que insinúe la sospecha de que ni siquiera existe”.

 

¿Y cómo llega a Murcia una persona nacida en Ayamonte, Huelva y que ha vivido en tantos lugares?

 

Llego a cada lugar movida por la curiosidad, por el afán de conocer y descubrir. A Murcia vine por amor y en Murcia sigo, viviendo en Las Torres de Cotillas, tras años entre Madrid, Ciudad de México y Yucatán. Muy feliz. Llegué hace casi nueve años, en pleno verano.

 

Creemos que si hubiera más poesía en nuestra vida cotidiana, nadie hubiera hecho otra cosa que aplaudir a una cooperante de Cruz Roja que abraza a un inmigrante, ¿Estás de acuerdo?

 

Hay personas que atacan la belleza del mundo, la belleza de los gestos que alimentan lo bueno del mundo. Lo necesario del mundo. En un mundo donde sucede lo que está sucediendo, lo que ha sucedido con el gesto de humanidad y solidaridad cargada de ternura de Luna, la voluntaria de Cruz Roja, la poesía es más necesaria que nunca. Cuando por un gesto como el de la fotografía se ofende y se ataca a las personas de la manera que se ha hecho, con crueldad y odio, en un mundo en el que se habla y se escribe tanto, el significado del poema, de la poesía, consiste en restablecer el silencio. Creo que estas palabras, de nuevo de Ana Blandiana, son un buen cierre para esta entrevista.

 

Muchas gracias por tu tiempo y por venir al Museo de la Ciudad, Ángeles.

 

Muchas gracias al Museo de la ciudad y al Ayuntamiento de Murcia por acoger la presentación de ‘Por aquí pasó un río’.


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