León del Contraste
Sebastián Pérez
Procedente del edificio del Contraste de la Seda (siglo XVII)
Piedra jabalina o piedra negra de Callosa
1’92 x 0’39 x 0,39
Depositada por el Ministerio de Cultura
Estamos ante uno de los elementos que han pervivido del Contraste de la Seda, edificio diseñado por Pedro Monte de Isla a principios del siglo XVII, que estaba ubicado en el lado sur de la plaza de Santa Catalina y que fue demolido en 1933, a pesar de haber sido declarado Monumento Nacional en 1922.
Se trata del arranque del barandal de la escalera interior que daba acceso a la planta alta. El autor de esta obra fue Sebastián Pérez, según la documentación conservada en el Archivo Municipal de Murcia y transcrita por el profesor Belda Navarro.
Está labrada en piedra jabalina, también llamada piedra negra de Callosa, un mármol calcodolomítico de bajo grado extraído de canteras de la zona de la Vega Baja, usado en decoración escultórica y arquitectónica en el sur de la provincia de Alicante y en la Región de Murcia.
Consta de una pieza alta de sección cuadrada que ejerce como primer elemento del barandal, con base cúbica, tronco dividido en dos casetones y una plataforma sobre la que se sitúa un león rampante.
Dicha figura de león rampante, sentado, sujeta con sus dos patas delanteras, apoyadas en sendas volutas, una orla en la que se enmarca el escudo de la ciudad, que presenta forma ovalada en vertical y muestra seis coronas, las que ostentaba el emblema de Murcia en el siglo XVII.
La pezuña derecha del león y la voluta en la que se apoyaba, están seccionadas. También tiene un pequeño desperfecto en el hocico. El rostro del león está humanizado, algo usual en la época, con la mirada al frente y el ceño fruncido. Los cabellos caen en una cascada de finos rizos tanto por el cuello como en la parte posterior, descendiendo hasta la mitad de su lomo.
Las patas traseras están plegadas a los pies del escudo, y el rabo del animal se anuda por debajo de una de ellas y asoma por encima, acabando en una graciosa voluta en la parte central de su espalda.
Leones heráldicos
No es extraño que el barandal o balaustrada de las escaleras de los edificios civiles más relevantes del Renacimiento español, cuente con una primera pieza coronada por leones con motivos heráldicos, y, además, que los escudos que sujetan dichos leones tengan forma ovalada y disposición vertical.
Así nos lo explica Jorge Martínez Montero en su artículo ‘La imagen del león al servicio de la representación del poder en las escaleras del renacimiento español’:
“La representación leonina más generalizada a lo largo de toda la centuria del XVI, emblema del poder y el valor, es la del león portador de la heráldica familiar, erguido y sosteniendo con una o dos de sus patas un escudo del linaje promocional del inmueble”.
Martínez Montero prosigue:
“Leones heráldicos aparecen en numerosos ejemplos de escaleras de tipología claustral, tales como la escalera de la Casa de las Conchas (1512-1514) en Salamanca, la del Palacio burgalés de los condes de Miranda en Peñaranda de Duero (1520-1535), la del Palacio vallisoletano de los marqueses de Ulloa en la Mota del Marqués (1520-1540), la maltrecha escalera del Palacio salamantino de San Boal (hacia 1550) o la escalera del Palacio de Bartolomé Veneroso (hacia 1600) en Granada”.
Por lo tanto, el león heráldico de la escalera murciana del Contraste, esculpido en torno a 1608, se inserta en la moda que, por ejemplo, llegará hasta finales del siglo XVII con los leones de la escalera real del Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla, en La Rioja.
Con la información de la que disponemos, gracias a las descripciones que hizo Javier Fuentes y Ponte en su libro ‘Murcia que se fue’, sabemos que la escalera del Contraste tenía solamente un león heráldico, el que conservamos en el Museo de la Ciudad:
“… una puerta bien labrada, con arquitectura como la de fuera, que a la escalera para, en cuyo peldaño primero sobre pedestal un león con escudo de la ciudad tiene de mármol negro, y a siniestra mano una bóveda de calabozo para los soldados en castigo, allí puesta para escarmiento de los que entran y salen: de manises de Valencia los escalones marchapie, tiene a su mitad y derecha de la cámara real de banderas, donde guárdanse, parando en ella los capitanes y demás gente de mando”.
También sabemos que el barandal no era un balaustre de piedra sino de hierro, y con esa información, en ausencia de fotografías o dibujos del interior del edificio, tenemos que cerrar los ojos e imaginar la escalera apartir de esta pieza: el león con el escudo de Murcia y sus seis coronas.
Murcia, seis veces coronada
Sobre el escudo de la ciudad como institución promotora del edificio, el que mostramos es una de las pocas representaciones de la heráldica de Murcia en el periodo en el que dicho escudo contaba con seis coronas, es decir, una más de las otorgadas en 1266 por Alfonso X el Sabio, y una menos de las que tiene hoy. La sexta corona fue concedida en 1361 por Pedro I, apodado el cruel.
El mismo monarca, en ese mismo año, concedió la incorporación al escudo de Murcia de una orla de castillos y de leones, y en 1575, por petición del Concejo al rey Felipe II, se sumó al emblema de la ciudad el corazón de Alfonso X el Sabio, que había sido trasladado a principios del siglo XVI desde Santa María del Alcázar a la Catedral.
Sin embargo, el escudo ovalado que enseña el león del Contraste, junto con los tres escudos esculpidos por Cristobal Salazar para la fachada del edificio, muestran las seis coronas vigentes pero no el corazón, a pesar de estar ya aprobada su inclusión.
Lo mismo sucede con los escudos de la ciudad de la fachada del Palacio del Almudí, reedificada muy poco tiempo después del Contraste, que repite la disposición de las coronas de tres en tres, la forma ovalada y la orla de castillos y leones, prescindiendo del corazón.
Sobre la evolución del escudo de Murcia, puedes saber más gracias al catálogo de la exposición Priscas Novísima, que organizamos en el Museo de la Ciudad en el tercer centenario de la concesión de la séptima corona, y que puedes consultar si pinchas en este enlace.
La pieza en el museo
En 2022, el león del Contraste, de titularidad estatal y adscrito al Museo Arqueológico de Murcia, fue cedido temporalmente al Museo de la Ciudad para la muestra ‘Francisco Cascales. Discurso y método para la historia’.
Acabada la exposición, y con el objetivo de que quedase expuesto en las salas del Museo de la Ciudad, se solicitó que fuera incluido en el comodato de piezas estatales que actualmente forman parte de nuestra colección permanente.
Para las personas que no estén familiarizadas con el término, os contamos que, según la definición de la Real Academia Española, un comodato es un “contrato por el cual se da o recibe prestada una cosa de las que pueden usarse sin destruirse, con la obligación de restituirla”.
Con el del Contraste, ya sumamos dos leones heráldicos en nuestra colección permanente, ambos con el escudo de Murcia en dos momentos diferentes: el que protagoniza este texto, fechado en el XVII, y el León del Malecón, del siglo XVIII, del que hablamos en un texto que puedes encontrar en este enlace.
El Contraste de la Seda: simbolismo y función
A falta del edificio que lo acogía y del que formaba parte, el león del Contraste de la Seda necesita un contexto que vamos a trazar a continuación. Uno de los mejores trabajos a los que recurrir para hacerlo, es el de Cristóbal Belda Navarro, ‘El Contraste de la Seda y las reformas urbanísticas de la plaza de Sta. Catalina (Murcia) en los comienzos del siglo XVII’.
En dicho trabajo, Belda Navarro nos habla de la institución municipal cuya sede principal fue edificada entre 1601 y 1608, en el mismo lugar que ocupó un Contraste más antiguo y más pequeño.
Tres fueron las finalidades del edificio, un ‘tres en uno’ que comenzó por la labor que le dio origen, la de ejercer el control en el cambio de monedas de oro y plata, que siguió por la labor de control de la producción y venta de la seda, y que se completó con la de almacenamiento de armas para las milicias nacionales.
“La construcción de la Sala de Armas y Contraste de la Seda tuvo como origen la correspondencia mantenida entre los Reyes Católicos y el Concejo murciano para reglamentar las funciones del veedor o contraste de las monedas de plata y oro, que se habría de establecer en cada ciudad que tuviera facultad para su cambio y que velara por la integridad de las transaciones”.
“Para este cargo los Reyes Católicos nombraban, según costumbre, a plateros de su confianza, quienes, a tenor de las ordenanzas dictadas, guardaban las pesas-tipo que regularan todas las medidas”.
Así explica Belda Navarro la importante misión que da origen y nombre al Contraste, misión que en primera instancia otorgaban los Reyes Católicos, y cuya responsabilidad recayó en el municipio a partir de junio del 1500. De hecho, en agosto de ese año ya se nombró al judío converso Luis Vicente, platero murciano, cobrando un sueldo de dos mil maravedís que se habría de deducir “de los propios y rentas de la ciudad”.
En cuanto a la misión de controlar la producción y venta de la seda, cuyo negocio iba en progresivo aumento en Murcia desde el último cuarto del siglo XV, vino provocada por el fraude fiscal y la elusión del pago de impuestos. Belda Navarro lo relata así:
“Si los fraudes monetarios fueron el origen del Contraste como institución, las irregularidades en el comercio de la seda, fundamento de la economía tradicional murciana, provocarían en 1551 el mismo caos administrativo que en otro tiempo ocasionaron aquellos fraudes (…)”.
“De nuevo la monarquía se ve ante la necesidad de reglamentar su comercio, tomando como base el Contraste instituído por los Reyes Católicos”, por lo que a partir de ese año 1551 se dispuso que no se podría vender seda fuera del Contraste, “ya que algunos mercaderes la compran con sus pesos y medidas propias".
“Basándose por ello en su representatividad, Carlos I adopta sus funciones para la vigilancia estricta del pago de las tasas sederas, mediante la prohibición de efectuar su venta sin la supervisión de ese Contraste ni fuera del lugar destinado a ello”, explica Belda Navarro.
Y antes de hablar de la tarea de almacenar armas, nos detenemos un segundo para señalar que las dos importantes misiones ya comentadas, comenzaron a desarrollarse en Murcia en el taller del mencionado platero Luis Vicente, que después hubo un edificio del Contraste más pequeño y que, finalmente, la ciudad decidió adquirir y expropiar varios solares y parcelas en Santa Catalina para elevar un nuevo edificio, el diseñado por Pedro Monte de Isla, construido entre 1601 y 1608.
La importancia del edificio del Contraste de la Seda residía, además de en sus funciones, en su significación, símbolo y representación del Concejo de Murcia, siendo, según Belda Navarro, una “síntesis arquitectónica de la progresiva complejidad de las instituciones locales y del lógico desarrollo de la biología urbana de una ciudad de origen árabe”.
Además, con su presencia dio comienzo a las reformas urbanas del barroco precisamente en una de las plazas más importantes, si no la más importante, de la ciudad de Murcia tras el periodo andalusí: la de Santa Catalina.
Y llegamos a la tercera de las utilidades del Contraste, la de Sala de Armas: la situación estratégica de Murcia convertía a la ciudad “en punto de reunión de las milicias nacionales para las incursiones andaluzas y valencianas, así como en lugar de cita de cuantos ejércitos navegaban a Italia desde el puerto de Cartagena”.
Según el profesor Belda Navarro, “diversas cartas del rey Felipe III, fechadas entre los años 1600-1602, atestiguan la concentración de milicias nacionales cuya impedimenta fue necesario guardar en el viejo Contraste y en el Pósito del Trigo, que así se convirtieron en depósitos provisionales de armas y pólvora”.
En efecto, el Almudí también era depósito de armas y pólvora en esos mismos años, y en 1612, cuatro años después de acabar la construcción del Contraste, en una tormenta recibió el impacto de un rayo que hizo explotar la pólvora y que lo dañó gravemente. El antiguo Pósito tuvo que ser reformado pocos años después.
Sobre el Almudí, su relieve de la matrona de Murcia y sus avatares, escribimos un extenso artículo que puedes leer pinchando en este enlace.
El Contraste de la Seda: estilo y forma
En cuanto al estilo arquitectónico del Contraste, Cristóbal Belda Navarro define al edificio como “noble y severo”, fruto del “notable esfuerzo del poder civil para prestigiar la vitalidad de sus instituciones”:
“Como obra producida a fines del Renacimiento, el Contraste responde al esquema purista difundido por toda España desde mediados del siglo XVI, uniendo a ello notaciones manieristas que en cierta medida son claro exponente de la evolución a la que había tendido el pujante renacentismo local”.
El edificio del Contraste tenía planta rectangular y estaba adosado por su lado sur a las construcciones preexistentes, abriéndose sus otros tres lados a la calle. En uno de sus lados cortos, el de levante, tenía una pequeña puerta, mientras que las portadas monumentales se abrían al norte, con la fachada principal a la plaza de Santa Catalina, y a poniente, con la estrecha fachada hacia la plaza de la Carnicería, hoy plaza de las Flores.
Sus portadas monumentales contaban con un frontón partido, curvo la del lado norte y recto la de poniente, sobre pilastras pareadas con capiteles-ménsula, y sobre ellas, bolas y pináculos. El vano de acceso era adintelado en la primera puerta y con arco de medio punto en la segunda.
En el centro de cada portada y sobre su frontón, se encontraba labrado el escudo de la España de los Austrias. La fachada del lado norte, la más importante, se completaba con tres escudos de la ciudad dentro de guirnaldas circulares, esculpidos por Cristóbal de Salazar, así como con algunas lápidas que se fueron añadiendo con los años.
Una moldura horizontal a modo de cornisa recorría las tres fachadas del edificio para separar visualmente la planta baja de las superiores, elevándose en un semicírculo en el lado norte para enmarcar el escudo de España de la portada principal.
En la segunda planta se abrían cinco ventanas con balcón, una en el lado de levante y cuatro a su fachada norte, estando una de ellas cegada. Las ventanas, adinteladas, estaban rematadas con frontones curvos partidos.
Por último, coronaba el edificio una galería de arcos de medio punto abierta a sus tres frentes. Dicha arcada fue derribada por un terremoto en 1827, y aunque el Contraste siguió en pie cien años más, quizá el inicio de su deterioro haya que fijarlo en ese hecho y en otros posibles daños estructurales ocasionados por el seísmo.
Su fachada se terminó de ‘decorar’ con un buen número de preciosos vítores, es decir, dibujos y firmas de apellidos ilustres de la ciudad como celebración de alguno de sus logros, pintados con almagre, con óxido de hierro rojo. De vítores, aún quedan unos pocos ejemplos en Murcia en el cuerpo bajo de la torre de la Catedral.
Las autoridades municipales y Monte de Isla tuvieron en cuenta que el edificio del Contraste, además de proyectar una imagen, debía adecuarse a las funciones que iba a acoger, y por eso decidieron dividir su estructura arquitectónica en tres plantas:
La planta baja se dedicó al control y peso del comercio sedero y a la inspección del cambio de monedas; el salón noble de la planta segunda se destinó a la custodia de las armas de las milicias nacionales; y la tercera planta, la mencionada galería de arcos de medio punto, según Fuentes y Ponte, se empleaba para aderezo de las armas y limpieza de los uniformes.
Siguiendo con las descripciones de Javier Fuentes y Ponte, en el interior de la planta baja había un patio porticado, en uno de cuyos lados, tras una puerta, se elevaba la escalera con la pieza del león y el escudo de la ciudad, peldaños de manises valencianos y barandal de hierro.
Cabe citar, además de a Pedro Monte de Isla como Maestro mayor, a Cristóbal de Salazar como autor de los escudos y decoraciones de piedra de la fachada y a Sebastián Pérez como autor del león heráldico, al carpintero Gonzalo de Españada como autor de cubiertas y trabajos de madera, y también al rejero Andrés de Ortigosa, que forjó el barandado de hierro de la escalera.
Trascendencia y otros usos
Como hemos comentado anteriormente, Belda Navarro concede importancia al Contraste también como generador de una serie de cambios urbanísticos que pretenden modernizar la ciudad, ensanchar la plaza de Santa Catalina y dignificar un espacio que ya venía siendo el centro de la vida social y política de Murcia. Por eso, del edificio del Contraste, afirma:
“El valor de su representatividad como módulo arquitectónico renovador del tejido ciudadano desapareció con los últimos restos de su fábrica, con lo que su pujante influencia en la vida económica y ambiental de la ciudad se convirtió en un viejo recuerdo (...)”.
En el artículo titulado ‘La destrucción del patrimonio arquitectónico y su reflejo en la ciudad de Murcia’, de Antonio Martínez-Mena García, su autor resume otros usos que tuvo el Contraste, además de los tres originales ya referidos:
Sede del propio Concejo municipal en 1637; sede de las milicias organizadas con motivo de la invasión napoleónica a principios del siglo XIX; estudio y vivienda del pintor José Pascual y Valls en 1861, donde el artista pintó los techos del teatro Romea hoy destruidos y donde moriría después de tuberculosis; sede del Museo Provincial Arqueológico y de Bellas Artes en 1866; lugar de celebración de bailes públicos de mascaras, “como ocurrió en los meses de enero y febrero del año 1869”…
“En 1888 se celebró una exposición de Bellas Artes organizada por el historiador Javier Fuentes y Ponte, sirviendo también de Archivo de Protocolos Notariales desde 1880”, explica Martínez-Mena. Otro uso del Contraste fue el de almacén de pimentón.
Deterioro y derribo
El mismo Martínez-Mena García hace un repaso al público y notorio deterioro del Contraste desde finales del siglo XIX, a su desalojo y al anuncio de su derribo, postergado durante nada menos que treinta años:
“En 1886, se dio cuenta de la comunicación dirigida al Alcalde de Murcia recomendándole la urgente reparación del Contraste, una de cuyas vigas se había rajado últimamente en tales términos que ofrecía serio peligro. Posteriormente, en la sesión de 14 febrero de 1891 se da cuenta de una comunicación del Alcalde, intimando que la Comisión lo desaloje, por encontrarse ruinoso y haber acordado su demolición el Ayuntamiento”.
Prosigue con el relato señalando que, “siendo alcalde Baquero Almansa, en sesión del día 15 de julio de 1891, según recoge Cano Benavente, se dijo lo siguiente: ‘que el edificio del Contraste ha sido declarado ruinoso y hay acuerdo para su demolición. Agrega que en la parte alta está instalado un Museo, el de Bellas Artes, con pintura muy valiosa’, y que no siendo fácil trasladarlo con total seguridad a otro sitio, es por lo que piensa que el modo de resolver la situación es realizar algunas obras de consolidación de carácter provisional, que aconsejó el arquitecto Marín Baldo”.
Tres décadas después, en 1922 y a pesar de los anuncios del ayuntamiento sobre la demolición del edificio, ya sin uso, el Contraste de la Seda fue declarado Monumento Nacional por la Comisión de Monumentos, quizá más con la intención de controlar y dirigir el derribo, y asegurar la conservación de los elementos que pudieran ser conservados, que con la de evitarlo, algo que parecía ya imposible.
De ese modo, a la prerrogativa incluida en las bases del concurso de derribo que aprueba el ayuntamiento en 1932, y que establece que el arquitecto municipal debe ser la autoridad que revise el desmontaje de las portadas, escudos y demás adornos, así como la demolición del edificio, se suma la obligación de someter todo el proceso a la vigilancia de Leopoldo Torres Balbás, quien más tarde llegaría a ser arquitecto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.
La presión vecinal aumentó por el peligro que entrañaba la inminente ruina del Contraste, lo que, sumado a la imposibilidad del Ayuntamiento de Murcia de rehabilitarlo y mantenerlo en pie, provocó el desmontaje del edificio a partir de 1932, extrayendo la pieza del león heráldico que mostramos en el Museo de la Ciudad y toda la madera posible, y numerando las piedras labradas de sus portadas, escudos y lápidas, que habrían de ser conservadas para una eventual reconstrucción, o para su traslado a otro lugar.
En la primavera de 1933 ya debían de estar completadas estas labores, y entre tanto, junto a tímidos lamentos publicados y epílogos a sus servicios y significación para Murcia, también saltaron a la prensa los posibles usos del solar que dejaría el Contraste de la Seda:
Se habló de la construcción de un nuevo Palacio Provincial, cosa que no se produjo (para saber más sobre la construcción de un nuevo Palacio para la Diputación Provincial, pincha en este enlace); también se consideró cederlo a la Administración del Estado para erigir la nueva sede de la Delegación de Hacienda, pero tampoco fue posible; el nombre de Correos surgió en la conversación…
Incluso se habló de la construcción de un ‘rascacielos’, calificado irónicamente como ‘rascanublos’ en los periódicos. Pero el solar quedó baldío durante años, en pleno centro, en una plaza tan simbólica como la de Santa Catalina, y no sin incidencias, hasta la construcción en la década de los años 40 del edificio de La Unión y el Fénix, que aún hoy pervive.
De noble símbolo municipal a aliviadero público
Las incidencias de las que hablamos no fueron otras que el deterioro de un espacio urbano tan céntrico e importante para Murcia: el solar del ya mítico y desaparecido Contraste. Una vez concluyeron los trabajos de derribo, el solar quedó abierto y sin vallar, por lo que fue usado principal e irremediablemente para orinar, arrojar inmundicias e incluso como ‘muladar’, según llegaron a denunciar los vecinos y recogió la prensa.
El satírico Don Crispín, con la chispa que le caracterizaba, en julio de 1932 había hecho mofa de Sobejano dando a entender que le importaban más 'las piedras' del Contraste que las vidas humanas:
“Ayer mañana, como temíamos, se derrumbó el Contraste haciendo una torta al pobre zapatero remendón que se ponía junto al edificio. El señor Sobejano está inconsolable, no por la muerte del remendón, que de estos hay muchos, sino por la desaparición del único monumento que teníamos en Murcia digno de mención”.
Sin embargo, tras el derribo y viendo la situación en la que estaba el lugar, el mismo Don Crispín varió el signo de sus críticas pero manteniendo su tono irónico, y llegó a anunciar la solemne ceremonia de colocación de la primera piedra de un edificio muy singular:
“Ayer, con las solemnidades de rúbrica y con la asistencia de las autoridades civiles, se colocó por el presidente de la Diputación en el solar del Contraste la primera piedra para la construcción del primer ‘Kiosco provincial de apremiantes necesidades’ establecido en España”.
Mientras tanto, el 11 junio de 1933, pocas semanas después de acabar el derribo del edificio, la prensa recogía la orden del Ministerio de Instrucción Pública de librar nueve mil pesetas para el montaje de una de las portadas del Contraste en uno de los muros de cerramiento del Museo Provincial de Bellas Artes.
Material inagotable para guiones y relatos, las cosas que han sucedido en nuestra ciudad a lo largo de su historia parecen metáforas surgidas de una mente superior y brillante. Si queréis leer más curiosidades y anécdotas publicadas en la prensa en aquellos años del fin del Contraste, los leves intentos de pedir su conservación, los lamentos por su derribo y similares cuestiones, os invitamos a pinchar en los enlaces de documentos seleccionados de la hemeroteca digital del Archivo Municipal de Murcia, que están incluidos entre las fuentes de este texto.
Como sabéis, las dos portadas del Contraste de la Seda, así como las lápidas y escudos de su fachada, se pueden visitar en la actualidad en el patio del Museo de Bellas Artes de Murcia, y el león de su escalera, en el Museo de la Ciudad.
Fuentes:
‘El Contraste de la Seda y las reformas urbanísticas de la plaza de Sta. Catalina (Murcia) en los comienzos del siglo XVII’, de Cristóbal Belda Navarro; en este enlace.
‘La imagen del león al servicio de la representación del poder en las escaleras del renacimiento español’, de Jorge Martínez Montero. Emblemata, 19 (2013), pp. 375-392; en este enlace.
Imágenes el Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla, La Rioja, en Pinterest; en este enlace.
‘Murcia que se fue’, de Javier Fuentes y Ponte. Páginas 239-240.
‘La gloria de tener tu grafiti en el Contraste’, de Antonio Botías Saus, diario La Verdad; en este enlace.
‘El nuevo contraste de la Seda’, diario La Opinión; en este enlace.
‘Rocas industriales de la provincia de Alicante’, M.ª Ángeles García del Cura, Miguel Ángel Rodríguez y Salvador Ordóñez; en este enlace.
-Fondos digitalizados en la hemeroteca del Archivo Municipal de Murcia:
El Tiempo, 26 de noviembre de 1922. Sobre la declaración de Monumento Nacional; en este enlace.
La Verdad, 3 de diciembre de 1922. Alivio por la declaración de Monumento Nacional; en este enlace.
El Liberal, 18 de enero de 1923. Las ratas se adueñan del edificio; en este enlace.
La Verdad, 3 de agosto de 1923. El Palacio Provincial; en este enlace.
El Liberal, 21 de septiembre de 1924. Sobre la historia del edificio y la necesidad de derribarlo para evitar una desgracia; en este enlace.
Levante Agrario, 23 de noviembre de 1930. Sobre su estado ruinoso y necesidad de consolidarlo; en este enlace.
Levante Agrario, 6 de diciembre de 1930. Apuntalamiento y apeo; en este enlace.
Levante Agrario, 7 de diciembre de 1930. Necesidad de subvención estatal para desmontar el edificio y posibilidad de construir un Palacio Provincial; en este enlace.
Levante Agrario, 25 de marzo de 1932. Acaban las labores de apeo interior y comenzará el desmontaje de piedras, dirigido por Sobejano; en este enlace.
Levante Agrario, 7 de mayo de 1932. Sobre la lápida a Pascual y Valls; en este enlace.
La Región, 14 de mayo de 1932. Petición de Torres Balbás de estar presente en el derribo; en este enlace.
El Liberal, 7 de junio de 1932. Posibilidad de ubicar la Delegación de Hacienda en el Contraste; en este enlace.
El Tiempo, 10 de junio de 1932. En contra de la cesión al Estado del solar; en este enlace.
La Verdad, 3 de julio de 1932. Lamento por el derribo y comparación con la torre Pey Pelard de Burdeos; en este enlace.
Don Crispín, 24 de julio de 1932. Crítica a Sobejano por su interés conservacionista; en este enlace.
La Verdad, 23 de febrero de 1933. Obras de derribo adjudicadas y a la espera de la llegada de Leopoldo Torres Balbás; en este enlace.
La Verdad, 2 de marzo de 1933. Epílogo al Contraste 1933; en este enlace.
Don Crispín, 23 de abril de 1933. Un ‘rascanublos’ en el solar del Contraste; en este enlace.
La Verdad, 5 mayo de 1933. Un obrero herido en un dedo; en este enlace.
El Tiempo, 14 de mayo de 1933. El señor Carrilero, contratista del derribo; en este enlace.
La Verdad, 25 de mayo de 1933. El solar, convertido en lugar de inmundicias; en este enlace.
Don Crispín, 4 de junio de 1933. Crítica al solar con un perro orinando en un sillar; en este enlace.
La Verdad, 11 de junio de 1933. Nueve mil pesetas para montar una de las portadas; en este enlace.
El Tiempo, 18 de junio de 1933. De nuevo se habla del solar para el Palacio Provincial; en este enlace.
El Tiempo, 25 de junio de 1933. Sobre el vallado del solar; en este enlace.
Don Crispín, 2 de julio de 1933. Sobre el ‘kiosco Provincial de Apremiantes Necesidades’; en este enlace.
-Publicación en Twitter del Archivo Municipal de Murcia sobre el Contraste; en este enlace.