'Torre Guil'
Antonio Sánchez Martínez (2011)
Óleo sobre lienzo
100 x 73 cm
'Torre Guil' es una obra del pintor murciano Antonio Sánchez que pertenece a la colección artística municipal. Se conserva en el salón de actos del Museo de la Ciudad y sirvió de imagen para el cartel de la XII edición del Festival Internacional por la Tolerancia Murcia Tres Culturas, en el año 2011. En 2024, esta pintura fue la protagonista de nuestro espacio expositivo Hoy enseñamos.
El propio artista explicó que, una vez recibido el encargo de elaborar la imagen para el cartel de este festival, optó por representar un paraje muy familiar para él, situado en la antigua carretera de Mazarrón, cerca de donde vive y por donde suele pasar habitualmente: se trata de la histórica finca de Torre Guil con el característico volumen de la casona que la preside rodeada de vegetación.
Para seguir la pauta iniciada por Jorge Finn en el primer cartel del festival, el artista incluyó en su obra los árboles de las tres culturas, es decir, la palmera, el olivo y el ciprés, a los que colocó en primer término. Además decidió añadir la jacaranda, otro árbol muy arraigado en el paisaje murciano, tanto urbano como huertano, en su momento más exhuberante, cargada de flores. Ese hecho sucede entre abril y mayo, coincidiendo con la celebración del festival.
Dichas jacarandas aparecen aquí como ligeras manchas de color violeta resaltando sobre la fachada blanca de la casona de Torre Guil, que ocupa el centro de la obra: vemos la característica torre con su galería de tres ventanas, que en realidad están rematadas con arcos de medio punto pero que el artista recrea aquí como arquitos de herradura; bien pudiera ser alguna de las edificaciones del Generalife, por ejemplo, rodeada del verde exhuberante de los jardines.
A la derecha, un pequeño fragmento de otro volumen de la casona aparece dando indicios del deterioro en el que estaba en 2011, como un signo del abandono y del paso del tiempo. El cielo azul murciano, plasmado mediante manchas densas de un óleo brillante, ocupa el tercio superior la obra sobre el que se recorta el perfil de Torre Guil.
En cuanto a la técnica empleada, Antonio Sánchez nos cuenta que se inspiró en una obra de Mariano Fortuny, 'Paisaje de Granada', conservada en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. En ella, el gran artista catalán del siglo XIX construye las fachadas encaladas y las manchas de luz arrastando el pigmento blanco con espátula, y modela el paisaje con manchas de color que dan volumen a la tierra y al cielo, creando fuertes contrastes de sol y sombra. Completa la superficie de la obra con pinceladas ligeras y trazos difusos.
Antonio Sánchez Martínez, nacido en Murcia en 1965, natural de Santiago el Mayor y en la actualidad residente en El Palmar, es un pintor paisajista que ha seguido la tradición del naturalismo y los caminos del impresionismo para plasmar muchos parajes en diversos lugares, pero especialmente en el entorno de la ciudad de Murcia y de su huerta.
Amante del paisaje de la huerta que tantas veces ha pintado, Antonio Sánchez lamenta la pérdida del patrimonio arquitectónico y natural, las casas torre y las palmeras desaparecidas, y nos recuerda una frase que le dedicó el profesor Germán Ramallo Asensio: “Cuando desaparezcan todos los caserones de la huerta, quedará tu obra”.
Torre de Guil, un paraje con historia
Existen diversas fuentes que nos hablan de la importancia que tiene (que tuvo) la finca de Torre Guil y su dilatada historia. De los documentos y artículos consultados, que incluimos al pie de esta página, vamos a centrarnos en los trabajos realizados por el Taller de Historia Local del Centro Cultural de Sangonera la Verde en el curso 2024/15, salpicados con otras referencias.
En el artículo ‘Las casas altas de Torre Guil’, se explica que “el linaje de los Guil aparece descrito por el Licenciado Cascales en sus Discursos Históricos de la Ciudad de Murcia, tratándose de caballeros de origen navarro que llegarían a estas tierras en el siglo XIII sirviendo a la corona aragonesa. En el XVI, los Guil emparentarían con los Verástegui, otra estirpe de la nobleza murciana que terminará creando el señorío de El Palmar e incluyendo en su jurisdicción las tierras donde se ubica Sangonera la Verde”.
Un siglo importante para la finca es el XVIII. En ese mismo artículo, se relata que en los mapas de la época "queda de manifiesto la existencia de varios lugares denominados Guil en la zona, estando probablemente ligados a latifundios controlados y explotados desde caseríos que salpicarían el territorio”.
“Una de esas construcciones, atendiendo al estilo barroco popular que pese a su abandono hoy sigue luciendo, habría que datarla precisamente en aquella época: se trata de la gran casa solariega que hoy conocemos junto al camino de Mazarrón, inmueble que acabaría convertido en el más emblemático y señorial de cuantos aquí se edificaron”: se trata de la casona de Torre Guil.
Pero el siglo de mayor empuje de la finca y su máximo esplendor se produjeron en el XIX de la mano de otra familia, los D’Estoup, “saga de comerciantes llegados a Murcia desde el sur de Francia atraídos por el negocio de la seda”: uno de ellos se puso al frente de la recién instalada Real Fábrica de Hilar Seda a la Piamontesa.
“Los D’Estoup aparecen como dueños de tan inmensa propiedad a lo largo de dicha centuria, y todo apunta a que fue Trifón Mariano D’Estoup Pericola quien, además de llegar a ser regidor municipal y diversificar sus negocios industriales, inició la transformación de la finca tratando de aumentar al máximo su productividad”, explica el artículo del Taller de Historia Local de Sangonera la Verde.
El hijo de Trifón, Manuel D’Estoup y Cayrón, cuyo primer apellido se recoge castellanizado como ‘Estor’ en la prensa murciana, heredó y prosiguió el desarrollo de la explotación, diversificándola y ampliándola todavía más. Una vez fallecido Manuel, y bajo el mando de su viuda, Dolores García Peralta, siguieron incorporándose avances técnicos como el de 1871, cuando empezaron a usar unas novedosas “segadoras de brazo automático y de tracción animal, pero conducidas por un solo hombre”. Hay testimonios curiosos en la prensa del momento.
En 1882, la prensa también calificaba a Torre Guil como “el mayor establecimiento agrícola que existe en la provincia”, destacando entre sus dependencias la almazara y los grandes depósitos para el aceite: durante años, esa fue la producción principal de la finca, y “su excelente calidad quedó refrendada años después con la obtención de una Medalla de Oro en la Exposición Universal celebrada en Barcelona en 1888, llegando a ascender la cotización del preciado oro líquido de Torre Guil a nada menos que 14 pesetas la arroba”. De esta cuestión también ha hablado el cronista de la ciudad de Murcia, Antonio Botías, en textos como éste.
El artículo del Taller de Historia Local añade: “La misma crónica señalaba la existencia en la finca de aljibes, graneros, pajares, cuadras, secaderos de higos (otro de los productos de mayor recolección), y hasta una bodega y lagar para el prensado de uva. Y tampoco faltaban en la propiedad talleres de carpintería, herrería y carretería, donde se mantenían a punto maquinarias y carruajes”.
Tras los D’Estoup, o Estor, que, por cierto, acumularon una impresionante colección de arte que se conservó en Torre Guil hasta el estallido de la Guerra Civil, y que luego fue confiscada y conservada en el Museo Provincial de Bellas Artes (también habla de dicha colección el citado texto de Antonio Botías), Torre Guil pasó a manos de la familia González-Conde.
Torre Guil fue usado como acuartelamiento del ejército republicano durante la Guerra Civil, acogiendo a más de mil soldados entre los que se encontraba, según él mismo contó, el célebre Tío Juan Rita. El Taller de Historia Local termina su repaso histórico a la finca de este modo:
“Finalizada la guerra la propiedad fue devuelta a la familia González-Conde, pero iniciándose ya un proceso de reparto entre los distintos herederos que acabó fragmentando definitivamente la finca. Después llegarían los años de las grandes inversiones de manos de otros nuevos propietarios, como los hermanos Echevarría, los Burruezo o la empresa Hortícola del Guadalentín, abriendo pozos y transformando la mayor parte del secano en parcelas de regadío”.
Continua diciendo que la producción se llevó entonces al cultivo “de melocotoneros, ciruelos, parrales y cítricos, precisando también de una nutrida mano de obra cubierta mayoritariamente por sangonereños. De igual modo proliferó la crianza de ganados, destacando la de cherros y caballos, para los que se reservaban enormes superficies sembradas de alfalfa. En el transformado vergel de Torre Guil se llegó a filmar un documental ensalzando el resultado de aquella nueva etapa, siendo proyectado entre otros lugares en el cine Nogueral de Sangonera”.
Y concluye así: “Hoy son muy pocas las parcelas que siguen en producción (...). En 1986 unas 636 hectáreas de la finca, correspondientes a la parte conocida como Majal Blanco, fueron cedidas al Ayuntamiento de Murcia para mantenerlas como espacio protegido integrado en el Parque Natural de El Valle-Carrascoy; un destino diametralmente opuesto depararía al área que hoy ocupa el residencial Torre Guil, urbanizado desde aquellos mismos años”.
Respecto a la casona, el mismo Antonio Botías recogió en un artículo de 2016 la grave situación en la que se encontraba en aquel momento, en serio peligro de derrumbe, sin que se hubiera encontrado la manera de asegurar su rehabilitación y su conservación como parte de la historia y del paisaje huertano, protagonista y testigo de muchos avatares.
Fuentes
“El pintor Antonio Sánchez propone la primavera murciana como símbolo del XII Festival Murcia Tres Culturas”, 20 Minutos, 2011.
Patrimonio Cultural de Murcia. Taller de Historia Local de Sangonera la Verde. Centros Culturales del Ayuntamiento de Murcia:
“Sangonera la Verde. Un patrimonio por descubrir II”
“Las casas altas de Torre Guil”
“¿Quién tiene la culpa del derrumbe de Torre Guil?”, Antonio Botías, La Verdad, 2016.
“Historia de la Torre Guil”, Juan B. Alarcón, 2018.
“Aquella maravillosa finca que fue Torre Guil”, Loreto López, La Opinión, 2022.
‘Catálogo de las pinturas de la antigua colección D’Estoup, de Murcia’, Antonio Martínez Ripoll. Academia Alfonso X el Sabio y Universidad de Murcia, 1981.
La exposición de Murcia. Máquinas agrícolas. La Paz de Murcia, 1876. Fondos digitalizados del Archivo Municipal de Murcia.