Pieza destacada
‘Última Cena de Salzillo. Recreación de personajes’ y ‘Alegoría de la Aurora’, de los Molera

Última Cena de Salzillo. Recreación de personajes

Barro cocido policromado

Gregorio Molera Torá

 

Alegoría de la Aurora

Barro cocido y barnizado

José Molera Jiménez

 

Reunimos aquí dos obras (más bien, una obra y una serie de obras) que pertenecen a la colección escultórica del museo, y dentro de ella, a la tipología de escultura religiosa y popular. Son piezas que, teniendo autores distintos, debemos a artistas de la misma familia: los Molera.

 

Hablamos de la recreación de los personajes del paso procesional de la Última Cena de Francisco Salzillo, que realizó Gregorio Molera Torá (1892-1970), y de una alegoría de la aurora que hizo su hijo José Molera Jiménez (1926-2017).

 

Última cena de Salzillo. Recreación de personajes’ es una serie de trece bustos cerámicos de pequeño tamaño que recrean a los Apóstoles y a Jesús en el célebre paso procesional de la Última Cena, de Francisco Salzillo Alcaraz, perteneciente a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia. La colección fue donada al Museo de la Ciudad en el año 2011 por don Francisco Serra Carrilero.

 

La altura de las piezas oscila entre los cinco centímetros del San Juan dormido, la más pequeña, y los nueve centímetros de Jesús, la más grande. Todas las piezas están realizadas en barro cocido y algunas de ellas presentan policromía.

 

El enorme legado de Salzillo, en cantidad y calidad, ha sido ejemplo y referente para todas las generaciones posteriores de artistas de Murcia, tanto del ámbito de la escultura como de la pintura. El estudio de sus obras, de los personajes con su dramatismo contenido, su tensión y a la vez su equilibrio compositivo, así como de la técnica escultórica y pictórica de Salzillo, se convirtió en una inmejorable oportunidad para aprender el oficio y a la vez para inspirar nuevas creaciones.

 

El estudio que realiza Gregorio Molera Torá, usando el barro cocido y policromado, tiene la dificultad añadida del pequeño tamaño. Pero, además, el gran reto que se planteó aquí el artista fue el de centrarse en el rostro, en la expresión, representando solamente los bustos de los apóstoles y de Jesús de manera independiente e individualizada: prescindió así del resto del cuerpo y del sentido de conjunto, con lo mucho que aportan al movimiento y a la fuerza expresiva de la obra de Salzillo los brazos, las piernas, los cuerpos reclinados o inclinados, la agitación de los ropajes y el juego de miradas cruzadas entre los personajes.

 

Los bustos que representan a los apóstoles llevan una inscripción en la espalda indicando su nombre, mientras que los de San Juan y Jesús, quizá por ser fácilmente identificables, no llevan esa información. Las inscripciones debieron ser realizadas por el propio escultor, ya que se aprecia cómo se hicieron con un punzón en el momento del modelado.

 

Este delicado grupo de bustos de Gregorio Molera Torá quizá fuese un capricho del artista, ya que no tenemos noticias de otras colecciones parecidas y tampoco hay documentación al respecto de su cronología. Se pueden contemplar en la segunda planta del Museo de la Ciudad, en la sala dedicada a la artesanía del belén. En 2018 protagonizaron una muestra en nuestro espacio Hoy enseñamos (más información en este enlace).

 

Por su parte, la ‘Alegoría de la aurora’ también es una obra de pequeño formato que debemos a José Molera Jiménez, hijo de Gregorio. Representa a tres niños como un coro de auroros, cantando y portando los elementos imprescindibles de las hermandades de la Aurora: el farol y la campana.

 

Es una pieza compacta de formas redondeadas y superficies suaves, hecha de barro cocido y barnizado. Los tres niños, representados como pequeños y ampulosos ‘putti’ sin alas, tienen la misma altura y unen sus cabezas con dulzura para cantar. Sus pequeñas bocas se abren y sus ojos se entrecierran transmitiendo ternura e inocencia.

 

Aunque es de bulto redondo, la pieza puede funcionar casi como un altorrelieve invitando a la visión frontal. Dicha visión está ocupada por los cuerpos de los dos niños de los lados: uno lleva la campana y el otro el farol, mientras que del niño de enmedio sólo vemos la cabeza que asoma entre los otros dos.

 

El farol centra la atención del plano inferior de la obra, sostenido por el niño de la izquierda. La campana aparece levantada en el pecho del niño de la derecha: con ello el autor equilibra la composición, aunque en realidad, la manera más usual de tocar la campana de los auroros sea moviéndola por debajo de la cintura.

 

Los Molera

 

Gregorio Molera Torá nació en Orihuela en 1892. Un año después su familia se trasladó a Murcia, y tal y como nos cuenta en un artículo Ricardo Montes Bernárdez, Cronista Oficial de las Torres de Cotillas, pronto entró a trabajar en una alpargatería y luego en una fábrica de pelo para pescar.

 

En 1906 comenzó su formación en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde conoció a José Planes y a Pedro Flores, entre otros artistas. Por ejemplo, Clemente Cantos trabajó durante un tiempo con él.

 

En el ámbito de la escultura, Molera Torá ingresó en el taller de José Sánchez Araciel, profundizando en los pormenores del oficio y en concreto en la temática religiosa. Más tarde, con tan solo 19 años de edad, trabajó como encargado en los talleres de José García Martínez en la Casa de los Nueve Pisos, dentro de la sección de figuras de belén y santos.

 

Más tarde se instaló por su cuenta e hizo crecer su fama hasta convertirse en el "padre" de la artesanía belenística murciana. Parte de su producción fue vendida por el empresario Manuel Ortigas Méndez, a cuya fábrica le dedicamos una exposición temporal en el Museo de la Ciudad (más información, en este enlace).

 

En el plano personal, llama la atención que tuvo una primera mujer, Ana María Jiménez Herrera, con la que se casó a los 20 años de edad, y que después del fallecimiento de Ana María, contrajo matrimonio con su cuñada, Emilia Jiménez Herrera. Gregorio Molera Torá no lo tuvo fácil en su vida, porque también vio morir a su segunda esposa y a siete de sus once hijos, y porque fue sometido a juicio durante la Guerra Civil por sus creencias religiosas. El juez que decidió su puesta en libertad fue más tarde ejecutado durante la dictadura.

 

Al margen de su fe, rasgo personal que debió transmitir en cualquier circunstancia, Gregorio Molera Torá fue ante todo y sobre todo un escultor de oficio y profesionalidad, de carácter muy diferente a su hijo José: quienes conocieron a Pepe Molera coinciden en señalar su singularidad bohemia, su peculiar sentido de la organización y del trabajo, lo que quizá, en opinión de algunos, le llevó a no desarrollar completamente todo el talento que tenía.

 

Se puede decir que José Molera Jiménez (Murcia, 1926-2017) estaba llamado a superar a su padre en calidad y talento, pero algunas personas que lo conocieron también destacaron su personalidad y su gusto por los toros y la fiesta, que ocuparon parte de su tiempo.

 

En la primavera de 2024, el espacio expositivo Progreso 80 de Murcia le dedicó una exposición con medio centenar de obras, comisariada por Tomás Ruiz Planes y bajo el título de ‘Imaginero, escultor y torero’. El propio Ruiz Planes habló así de Pepe Molera: "Nació y perteneció a esa Murcia pequeña, cercada y delimitada por huertos, una Murcia visible y reconocida fuera de sus fronteras por su arraigada tradición escultórica. Molera es heredero de esa generación de escultores cuya tendencia e inquietudes artísticas saltan y se preparan hacia una nueva estética expresada a lo largo de la segunda mitad del siglo XX".

 

En opinión de Ruiz Planes, a través de los retratos de Pepe Molera “se puede hacer una aproximación antropológica a la cultura popular de la sociedad murciana de la segunda mitad del siglo XX". "Barro cocido, madera, escayola o fundiciones en bronce o piedra fueron los soportes utilizados por el artista para expresar volúmenes de una escultura figurativa minuciosa y repleta de detalles", explicó el comisario de la muestra.

 

“Entregado al ensueño o imaginación, muestra composiciones o formas cercanas a su mundo interior, expresión intimista que le permite romper con esos cánones de belleza preestablecidos en la estatuaria", relataba Ruiz Planes, dejando claro que tanto en las temáticas como en las formas, Pepe Molera se alejó de la corriente predominante en la escultura murciana del siglo XX.

 

Para saber más sobre la escultura de Murcia de la época de los Molera, invitamos a pinchar en este enlace a un texto sobre el también escultor José Moreno Cascales, que redactamos para esta misma sección de Gabinete de curiosidades de nuestra web.

 

Molera Jiménez tuvo prestigio y reconocimientos en vida, como lo demuestra el hecho de que en 1950, con tan solo 24 años de edad, obtuviese el Primer Premio de Escultura en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Murcia, en 1966 la Medalla Nacional de Bellas Artes, y en 1968 el Premio Chys de Murcia.

 

Pódcast | Entrevista a Javier Alburquerque

 

Para completar este breve repaso a las figuras de Gregorio y José Molera a partir de las obras que conserva el Museo de la Ciudad, hemos tenido ocasión de grabar una entrevista con Javier Alburquerque, trabajador social y músico, biznieto de Gregorio y sobrino-nieto de José.

 

Javier ha tenido la inquietud de buscar información más allá de la transmitida por la familia y de la vivida en su relación con su tío Pepe, al que sí conoció en persona. Nos cuenta anécdotas de un carácter popular para dibujar esa parte más personal y desconocida de los artistas, pero a la vez, tan interesante para acercanos a ellos mismos y a sus obras.

 

Puedes escuchar la conversación pinchando en este enlace.

 

Fuentes

 

'El escultor Gregorio Molera Torá’, de Ricardo Montes Bernárdez. Blog ‘El lugarico’ en el diario La Opinión de Murcia.

 

Hoy enseñamos: ‘Gregorio Molera Torá y su peculiar Última Cena’, Museo de la Ciudad.

 

Belenistas murcianos a lo largo de la historia. 1800-2000’, de Ricardo Montes Bernárdez. Revista Náyades, n.º 3 (2019).

 

Imaginero, escultor y torero. José Molera’, muestra en Progreso 80.

 

El murciano que fue imaginario, escultor y torero: Progreso 80 revive la vida de José Molera a través de más de 50 obras’, de Cristina Fernández en Murcia Plaza.

 

José Molera, la imaginación del escultor que fue antes torero’, de Tomás Ruiz Planes en La Verdad.


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