En la parte posterior del museo se conserva un huerto inspirado en la tradición del jardín hispano-musulmán. A este espacio se le conocía antiguamente como 'Huerto Cadenas' o 'Junterones' hasta que a principios del siglo XIX fue adquirido por la familia López-Ferrer.
El recinto estaba cerrado con una tapia y en su interior se cultivaban árboles frutales, flores y hortalizas regadas por las aguas de la acequia Caravija, cauce menor y paralelo a la acequia Aljufía. Con la integración de la parcela en el patrimonio municipal, los muros se derribaron para abrir el huerto al disfrute de la ciudadanía y se entubó la acequia, simulando un nuevo canal sobre el anterior.
Este jardín es hoy un fragmento de historia y de paz en el centro de la ciudad. Cuenta con una serie de parterres ordenados y atravesados por andenes elevados, en los que se distribuyen plantas decorativas y frutales. No falta el mirto, arbusto oloroso de cuyo nombre pudo derivar la denominación de la ciudad. Todo ello recrea el ambiente de la huerta desde antiguo.
El modelo de jardín-huerto se desarrolló ampliamente en las ciudades hispano-musulmanas. En él convivían el concepto de jardín, con flores y árboles olorosos y ornamentales para recrear los sentidos, con el de huerto donde cultivar frutales y hortalizas para el consumo. Disponían de abundante agua gracias a albercas o a acequias, como es el caso del 'Huerto Cadenas'.
El poeta cartagenero al-Qartayanni rememora en este poema el ambiente de Murcia como ciudad-jardín:
En Murcia se reflejaban los árboles
en las aguas cristalinas del río,
y pasábamos el tiempo entre el almuerzo y la cena
descubriendo los deseos de nuestras almas
mientras las aves nos deleitaban con sus trinos,
o dejando rodar palabras bellas,
como piedras preciosas
en noches de luna llena
o embriagándonos con el aroma de los árboles y las flores
mientras el alba despertaba.
Fuentes
-'El Huerto Cadenas y el Jardín del Salitre', Taller de Adultos 'Nos vamos del Museo', Museo de la Ciudad.
-'Norias, ríos y flores del sentimiento (en la poesía de la Murcia Islámica)', Jose Emilio Iniesta González, revista Cangilón, nº 17, 1998.