¿Sabías que...
... la acequia Caravija riega el jardín de inspiración hispano-musulmana situado detrás del museo?

En la parte posterior del museo se conserva un huerto inspirado en la tradición del jardín hispano-musulmán. A este espacio se le conocía antiguamente como Huerto Cadenas o Junterones, en cuya parcela se hallaba la Torre Junterón, hasta que en 1932, la casa (fruto de una reforma del siglo XIX) y el huerto fueron adquiridos por la familia López-Ferrer. Hemos escrito sobre la historia de la casa que acoge hoy al Museo de la Ciudad: puedes leerlo pinchando en este enlace.

 

El recinto estaba cerrado con una tapia y en su interior se cultivaban árboles frutales, flores y hortalizas regadas por las aguas de la acequia Caravija, cauce menor y paralelo a la acequia Aljufía, que corre bajo el suelo frente al Museo de la Ciudad. Con la integración de la parcela en el patrimonio municipal, los muros se derribaron para abrir el huerto al disfrute de la ciudadanía y se decició entubar la acequia, simulando un nuevo canal sobre el anterior.

 

Este jardín es hoy un fragmento de historia y de paz en el centro de la ciudad. Cuenta con una serie de parterres ordenados y atravesados por andenes elevados, en los que se distribuyen plantas decorativas y frutales. No falta el mirto, aunque hoy reducido a la mínima expresión entre el huerto y la antigua parcela de la fábrica de la Pólvora: se trata de un arbusto oloroso de cuyo nombre pudo derivar la denominación de la ciudad: myrtea, Venus Myrtia. Todo ello recrea el ambiente de la huerta desde antiguo.

 

Entre otras muchas variedades, vemos limoneros y naranjos, dos preciosos ejemplares de magnolios de los más grandes y antiguos de la ciudad, varios cinamomos o 'mirabobos', una higuera, una gran casuarina también llamado roble-mujer y pino australiano, un enorme plátano sobre el cauce mismo de la acequia, varios membrilleros junto a dicho cauce, altísimas palmeras datileras junto a otras de variedad tropical, jinjoleros, granados...

 

En plantas y arbustos, destaca la presencia de justicias, pittosporum, aspiristras, 'lenguas de suegra', acantos, cintas o 'malamadre'... Tipos de plantas todos que podemos encontrar en un típico patio de casa de huerta.

 

El modelo de jardín-huerto se desarrolló ampliamente en las ciudades hispano-musulmanas. En él convivían el concepto de jardín, con flores y árboles olorosos y ornamentales para recrear los sentidos, con el de huerto donde cultivar frutales y hortalizas para el consumo de la casa. Disponían de abundante agua gracias a albercas o a acequias, como es el caso del Huerto Cadenas.

 

El poeta cartagenero al-Qartayanni rememora en este poema el ambiente de Murcia como ciudad-jardín:

 

En Murcia se reflejaban los árboles

en las aguas cristalinas del río,

y pasábamos el tiempo entre el almuerzo y la cena

descubriendo los deseos de nuestras almas

mientras las aves nos deleitaban con sus trinos,

o dejando rodar palabras bellas,

como piedras preciosas

en noches de luna llena

o embriagándonos con el aroma de los árboles y las flores

mientras el alba despertaba.

 

El Huerto Cadenas siguió siendo un terreno de cultivo para abastecimiento de la Casa López-Ferrer durante el siglo XX, al mismo tiempo que conservaba su esencia de jardín. Antes de que la familia se instalase a vivir en la casa, el agua de la acequia sirvió también para llenar varias bañeras de mármol que, en el sótano de la casa, eran usadas para prestar servicio de baño público. Después, dichas bañeras se sacaron al jardín y se emplearon como grandes maceteros. Más tarde, fueron donadas por la familia a las monjas agustinas.

 

Fuentes

 

-'El Huerto Cadenas y el Jardín del Salitre', Taller de Adultos 'Nos vamos del Museo', Museo de la Ciudad.

 

-'Norias, ríos y flores del sentimiento (en la poesía de la Murcia Islámica)', Jose Emilio Iniesta González, revista Cangilón, nº 17, 1998.


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